Diecínueve

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(Miller)

Ya siento su pelaje en mi boca, pero justo a tiempo mi padre se mueve y mis fauces se cierran en el aire, al tiempo que me empuja con su costado y me hace rodar por el suelo. La irregularidad del terreno es malditamente dolorosa.

Los que esta reunidos a nuestro alrededor como espectadores sueltan exclamaciones de asombro y preocupación. Pero no soy de los que se rinden a la primera caída, así que me pongo de pie y no me lo pienso al correr en su dirección, embistiendo con todo mi peso y sorprendentemente logro tirarlo al suelo. Cualquiera diría que atacar a alguien mientras esta tendido en el suelo es rastrero, pero ¡vamos! Mi padre es sumamente fuerte y si no ataco cuando tengo oportunidad, puedo darme por muerto.

+Es ahora o nunca...—dice mi lobo y mis fauces se cierran en su costado. El gruñido de dolor que suelta me hace sentir culpable, pero no puedo dejar que ese sentimiento me domine. Vuelvo a morder esta vez en una de sus patas.

—¡Basta!— Ruega mi madre y más allá, Jeremy llora asustado por lo que esta sucediendo.

Mi atención se desvía por una fracción de segundo y eso basta para que mi padre se ponga de pie y ya que es un alfa, sus heridas sanan a una velocidad sorprendente. Me muerde en el hombro y con un manotazo me hace enterra el hocico contra el duro suelo. Intento incorporarme lo más rápido posible, sin embargo una mordida en mi costado hace que eso sea endemoniadamente difícil. Así como su condición de alfa le permite una curación mas rápida, le otorga a su mordida una capacidad enorme de dañar, como si ralentizara mi sanación.

¡Eso duele! Y por si eso no bastara, coloca su enorme pata en mi cuello y presiona sobre el suelo. El aire se empieza a volver escaso y trato de derribarlo con una de mis patas trasera pero es inútil.

—¡Marcus!— es la voz de Brooks, pero empieza a hacerse lejana...como un eco embotellado. —¡vas a matarlo!

La presión disminuye y puedo respirar con libertad nuevamente. Estoy dispuesto a atacar nuevamente pero es ovbio que mi poderoso padre quiere dejarme fuera de combate. Con un empujón fuerte y decidido me hace chocar contra un árbol y juro que escucho mis costilla y mi pata derecha romperse. Intento levantarme pero duele y caigo al suelo. Con un golpe sería capaz de dejarme inconsciente, él lo sabe y se abalanza sobre mi con las garra por delante...es mi fin.

—¡No!

Ese grito, esa voz... No puede ser, ¿es posible? ¿Estoy soñando?  Veo a mi padre ser empujado por un cuerpo esbelto que comparado con el enorme lobo de pelaje negro, parece un niño...¡Mi niño! Mi padre gruñe y se prepara para saltar y atacarlo, eso basta para darme fuerza y a tiempo logro colocarme frente a él. De un zarpazo lo mando lejos.

No pierdo tiempo, porque quiero asegurarme de que esto es real, porque por dos semanas he estado soñando con este momento. Y ahí esta...mi cuerpo entero tiembla por la emoción y me importa una jodida mierda lo que piensen todos los presentes (mi padre incluido) lo abrazo con a como puedo, ya puedo imaginarme la escena, como un perro emocionado por ver a su amo.

—Hola...—dice entre risas mientras lambisqueo todo su rostro y su cuello. —Te extrañe tanto. —sus manos se hunden en mi pelaje y por fin me siento vivo.

—¿Qué mierda esta pasando aquí?— me giro sobresaltado solo para toparme con la forma humana de mi padre. Sus ojos siguen de un amarillo intenso. —¿Qué significa esto?

—Calmate Marcus. Todo tiene una explicación. —Brooks sale en nuestra defensa.

—Es un máldito vampiro, no hay explicación que valga.

Lunas opuestas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora