Capítulo 27

349 42 13
                                    

Comencé a sentirme incómoda e intranquila por su tacto y su mirada. Mis mejillas estaban tornándose rojas, como cuando hablaba con George...

—Eh...—titubeé antes de desviar la mirada, provocando que el soltara mi mano y llevara la suya a su nuca.

—Entonces... vas en el mismo curso que yo, ¿no es así?

—Oh, si. Bueno... eso creo.

—Vamos, no querrás quedarte aquí afuera—dijo y sonrió.

Seguimos el camino hacia un salón de clases. Me senté en una butaca que estaba en la parte de atrás del aula, junto a Jake.

Poco a poco fueron llegando los alumnos, hasta que dio el toque para comenzar y hubo que empezar la clase.

Gracias al cielo. El profesor no me pasó al frente a presentarme. Se limitó a darme una breve bienvenida cuando acabó el día:

—Eres Margot, ¿cierto? Verás que te acoplas bien, sólo es cuestión de esperar.

Mi día se resume en un incómodo receso sentada al lado de Jake y silenciosas clases de materias que no entendía.

Al final del día, esperando a que viniesen por mi, sentí que me abrazaban.

Sin despedirme de Jake, comencé a caminar por la calle hasta mi casa.

—Fue un buen día, ¿no es así?

—Estuviste aquí todo el día, ¿no es así?

—Yo nunca te dejo sola, sweetie. Eres demasiado importante para mí, no puedo perderte con ese galán de secundaria.

—Te la estás dando de celoso, ¿no te parece?

—A estas alturas, deberías estar acostumbrada a ese tipo de demostraciones por mi parte.

—¿Es que yo también puedo hacerlo?

—Tienes todo el derecho, te lo estoy dando.

—No eres muy predecible.

—No tienes problema con eso, ¿o si?

—Sólo lo estoy reafirmando, lo he aceptado desde que te conocí.

—Bien.

—Bien.

El camino restante fue silencioso.

—Alístate para tu clase, te acompañaré—sonrió.

Y eso hice. Preparé mi mochila y lo que necesitaría para la clase de hoy.

Como lo dijo, me acompañó. Le comuniqué al chofer que me iría caminando, lo que le extrañó, porque, generalmente, no me gusta caminar demasiado.

—Dime, ¿cómo te sentiste hoy?—cuestionó mientras caminaba sin despegar la vista del camino.

—Creo que ya lo sabes, estuviste ahí.

—No, no—negó con la cabeza—pregunto cómo te sentiste, no qué pasó.

—Bien, me sentí mal, inadaptada, quería llorar, me quería ir corriendo—le expliqué mirando mis brazos que hacían una mímica aterradora mientras mi voz se volvía tensa.

While My Guitar Gently WeepsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora