Había una vez una reina malvada que envió a todos los personajes de los cuentos clásicos a nuestro mundo.
Ahora Emma, hija de Blancanieves, logro romper el hechizo y traer de vuelta los finales felices, o eso parecía hasta que descubren que el bosqu...
Después de 3 días la isla de los perdidos estaba finalmente terminada. El día que todos los villanos fueron enviados a la isla fue uno de celebración total, todos los reinos aún seguían en el castillo de Blancanieves y David así que ellos aprovecharon para dar un baile en honor a que los villanos estaban encerrados finalmente. Los habitantes del bosque encantado se encontraban entusiasmados ya que no habían tenido un baile en mucho tiempo, el último que recordaban era el de la boda de Blancanieves y David.
Todos en el castillo se encontraban preparando todo para el baile, los cocineros preparaban platillos esquisitos, las mujeres encargadas de la limpieza preparaban el gran salón, Blancanieves y David se encargaban de recordarles a todos hacerca del gran acontecimiento y Henry, roja, Hansel, Gretel y algunos otros jóvenes y niños se encargaban de las decoraciones. Todos se encontraban felices y listos para festejar, todos excepto por uno inusual princesa, criada en otra tierra donde este tipo de eventos no eran comunes. Emma estaba abrumada y confundida, ella no sabía nada de bailes o de princesas y príncipes, toda su vida la paso entrando y saliendo del orfanato, nunca tuvo tiempo de adaptarse a una familia o hacer amigos, mucho menos tuvo tiempo de pensar en bailes ni nada parecido. Su vida siempre había sido muy solitaria y ahora de la noche a la mañana tenía a sus padres junto a ella, padres que eran reyes de una mágica tierra, una mágica tierra de la que ella era princesa, una princesa rodeada de sirvientes, recamaras y fiestas tan extravagantes como la que pronto abría, sin duda un sueño echo realidad, pero no su sueño.
Cruella y la bruja ciega corrían de un lado de la habitación al otro, buscaban y analizaban diversos vestidos y accesorios. Emma aún no sabía si eran buenas o malas, eso aún era un misterio, pero aún sin saberlo había una cosa que no podía negar, las dos se tomaban muy enserio su papel como dama de compañía.
- ¿Qué opinas de este?
- ¿Amarillo?, Escuche que Blancanieves usará un vestido amarillo, no queremos que sea una copia de su madre, queremos que sea la más hermosa de todas.
- ¿ Este?- Cruella mostraba un vestido color rojo sangre.
- Pensaran que es una villana.
- Bueno, señora experta en moda ¿Que es lo que usted propone?
- Algo sencillo, pero muy llamativo y fabuloso, algo....como esto- la bruja ciega hizo un movimiento con su mano derecha para que una nube roja rodeara a Emma.
La nube desapareció rápidamente y al observar a Emma, Cruella quedó sorprendida, Emma tenía un hermoso vestido blanco con largas mangas.
Emma quien durante todo este tiempo había estado distraída con sus propios pensamientos, levantó la mirada en dirección al espejo. Al ver su reflejo una oleada de extraños sentimientos se apoderó de ella, Emma nunca había usado un vestido, la sensación era algo rara pero agradable a la vez.
- Te lo dije le encanto- la bruja ciega clamaba victoria.
- Muy hermoso la verdad, pero le falta algo de....¿como decirlo?.... personalidad, ya se que falta ahora vuelvo queridas- Cruella salió de la gran habitación y desapareció en el pasillo.
Fue entonces que Blancanieves entro con un hermoso vestido amarillo y un llamativo peinado.
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