Capítulo 3

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Cuatro en punto de la tarde. Cuatro. El reloj marcaba las cuatro y mis manos no dejaban de temblar por ello. Enjuagué mis manos una vez más en el lavamanos y me sequé por cuarta vez. Tomé aire, y exhalé. La puerta se abrió y casi por un segundo dejo caer el cucharón de la cocina, Dawson entró con su modesto portafolio de cuero negro y cerró la puerta de atrás suyo. Me miró y sonrió, aflojó su corbata y se acercó a mí. Le sonreí, como siempre, me quité el delantal y me acerqué a él.

Él, tomó mi cintura y posó un beso sobre mis labios. Un beso que yo decidí prolongar, dejando que nuestras lenguas se mesclaran, que nuestras respiraciones se agitaran y que mis manos recorrieran su espalda y aflojara unos cuantos botones de su camisa y cuando creí que las cosas serían llevadas a la habitación, se alejó de mí demasiado pronto. Lo miré con un puchero y él besó cortamente mis labios.

—Nena, cálmate, Trevor está por llegar... no queremos que nos vea en una escena. —susurró alejándose de mí y colgando su saco en el perchero.

Sí, si queremos, pensé.

—Yo creo... que él se demorará un poco, podemos... aprovechar ese tiempo. —hablé lentamente, acercándome a él por su espalda y abrazándolo por sus caderas. Dejé un beso en su cuello y le sonreí. Él se giró y frunció el ceño.

— ¿Ocurre algo, amor? —preguntó tomándome de las mejillas y buscando algo en mí que explicara mi repentino comportamiento.

Me alejé de su toque.

—No ocurre nada. Es sólo que... has estado trabajando más de lo necesario, para ayudarme y yo también. Llegamos a casa tarde y nos acostamos en la cama demasiado pronto, sin darle más usos... solo quería... ser salvaje, más aventurada, como cuando éramos jóvenes y lo hacíamos cada que podíamos en la universidad. Claramente, no quieres lo mismo. —hablé apresuradamente, sintiendo como mis mejillas se calentaban. Él sonrió y empezó a besarme; lento, seguro y muy ávidamente. Como si conociera ya todo de mí, que se sintiera tan cómodo y para nada dispuesto a más.

Yo quería más.

Lo tomé de la nuca y lo atraje a hacia mí, él avanzó y me pegó contra la pared. Desabotoné su camisa y dejé expuesto su pecho, el cual besé y luego mordí, a lo que él respondió tomándome de la cintura y llevándome en su pecho por las escaleras, hacia la habitación. Pero el sonido del timbre hizo que nos detuviéramos porque Trevor ya había llegado.

Dawson me bajó y plantó un beso en mis labios.

—Continuaremos luego, te lo aseguro. —susurró sobre mis labios— ¿Puedes abrirle la puerta?... Tengo que...—se excusó intentando abotonarse la camisa.

—Sí, yo lo hago. —dije, algo mosqueada. Me dirigí hacia la puerta, pero me detuve para verme en el espejo, arreglar un poco mi cabello despeinado y acomodar mi vestido arrugado.

Me acerqué a la puerta y la abrí. Los ojos de Trevor fueron lo primero que vi; cálidos y persuasivos. Le sonreí educadamente y dejé que pasara, fue entonces, cuando me fijé en la caja que llevaba en sus manos, que dije:

— ¿Dulcerín? ¿La tienda de pasteles? —pregunté algo divertida, imaginándome a Trevor entrando a un lugar como ese.

Él se alzó de hombros.

—Nunca vengo con las manos vacías. —susurró sonriéndome, hice lo mismo y él pasó hacia el interior de mi hogar. Cerré los ojos, deseando que las cosas salieran bien esta noche y cerré la puerta.

Dawson saludó a Trevor como si fuera el hijo pródigo que regresaba tras un viaje de libertinaje, lo abrazó y lo invitó a tomar asiento en nuestra mesa, donde todo estaba servido y él lo hizo, pero no sin antes darme una mirada.

Cada Parte de Ti #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora