Capítulo 11

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Hace seis años.

Semanas más tarde, Trevor y yo estábamos intentando ser amigos, aunque se estaba volviendo cada vez más complicado. Inicialmente por la química que había entre nosotros, evitaba que pudiéramos ser solo amigos y después estaba... la tensión sexual, si, aquella maldita tensión estaba casi todo el tiempo. Intentábamos pasar tiempo juntos; sin embargo, el pensar en el otro desnudo dificultaba más aquello y algo me decía que era cuestión de tiempo para que ambos terminemos sudorosos en una cama y con mucho arrepentimiento después. Es por ello, que decidimos crear unas reglas o bueno, yo lo decidí.

— ¿Reglas? —dijo Trevor ante la mención de las mismas—Has perdido la cabeza, apenas puedo con las reglas que tengo y quieres que nuestra relación amigo-amiga se base en ellas.

—Es la única manera de hacer que esto funcione, Trev. La última vez casi me besas y siendo honesta, no iba a detenerte si no fuera por la llegada sorpresiva de Helena a mi casa nos hubiéramos arrepentido luego.

—No entiendo por qué nos conformamos solo con una amistad, cuando es claro que tenemos algo más. —continuó él.

Lo miré a los ojos. Estábamos sentados en una de las mesas del Milky's-restaurant degustando de unas malteadas.

—Por qué, aunque lo que sentimos es fuerte, no lo es tanto como para poder soportar las responsabilidades de una relación. ¿Estarías dispuesto a renunciar a tu harén de mujeres solo por mí? O, ¿Qué me dices de las libertades de tener una fiesta todos los días y poder ir sin compromiso alguno? ¿Lo dejarías por pasar una noche conmigo viendo una película, por ejemplo?

—Lo dejaría por pasar miles de noches contigo. —respondió él penetrándome con la mirada, claramente dándole un doble sentido a la oración que me erizó la piel.

—No lo creo. —hablé con honestidad. Él estaba acostumbrado a una vida de libertades y nada de responsabilidades, no las dejaría por mí. —Estar conmigo significa algo, significaría dejarlo todo. Además, soy la hija de un pastor, no cualquier chica con la que te puedas enrollar y luego dejar, no puedo dejar que hablen de mí porque lo dicen de mí importa. Mi familia tiene un nombre y no puedo deshónralo.

— ¿Te das cuenta que lo único que haces es poner excusas? —volvió a decir el colocando sus codos en la mesa para mirarme fijamente— Tú quieres esto, pero no eres lo suficiente fuerte o valiente como para comprometerte —me señaló— eres tú quién no está lista para nosotros.

Dicho eso, se puso de pie y se fue. 

Cada Parte de Ti #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora