Capitulo 17

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-Un día cualquiera, en una ciudad cualquiera-


Un frío gélido se había adueñado de esa tarde y Rafael, acompañado por la brisa, se dejó llevar por la inconsciencia atravesando calle tras calle sin rumbo alguno.

Mientras cruzaba un bulevar varios pensamientos le vinieron a la mente: ¿Por qué su amigo estaba tan desaparecido? ¿Por qué no atendía sus llamadas? ¿Será que él hizo algo para enojarlo? Un peso muerto cayó en sus hombros y se sintió triste. Entonces oyó un freno y el sonido de la bocina de un auto.

El muchacho cerró los ojos, pensando que se venia lo peor.

Pero lo más doloroso que sintió fue que alguien lo empujó hacia la vereda y ambos cayeron en el frío asfalto.

-¿Qué haces acá? -Inquirió Rafael al observar los claros ojos de su amigo.

-Te dije que no estaba lejos... Ahora, explícame por qué no miras antes de cruzar ¿Eh? -Se levantaron oyendo varios gritos del conductor que se marchó. Sin embargo, el hijo del mendigo no estaba tranquilo.

-Me dejaste solo -Murmuró sin pensar-. ¡Rompiste tu promesa!

-Claro que no. Nunca dejé de estar contigo.

-Pero no te vi, y me sentí solo.

-Muchas veces vas a sentirte solo, pero eso no significa que realmente lo estés. -Rafael frunció el ceño sin paciencia para entender y, levantándose, se dispuso a marcharse de allí solo.

Pero sintió el agarre de su amigo en el hombro.

-¿Qué quieres? -Duras palabras. El semblante del hijo del mendigo se oscureció al decir aquello. Pero su amigo no quitó su benevolente rostro.

-Quiero que confíes en mi -Dijo-. Quiero ser ese amigo en quien tu confias. Yo te prometo estar contigo todos los días.

Yo seré tu sol [Cristiana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora