Capítulo 15

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Cuando regreso a mi habitación encuentro a Lucía y Paola esperándome como si fuera un comité de bienvenida.

-¿Qué ha pasado? -pregunta Paola con preocupación.

-Ha venido su madre.

Las chicas me miraron sorprendidas.

-Hemos discutido -empiezo a explicar-. Me he enfrentado a ella, no imagináis las cosas que ha dicho. Al final se ha llevado a Laura a casa unos días. Ella se ha enfadado muchísimo conmi...

-Joder -Paola me interrumpe al escuchar lo último.

Noto en seguida que sabe algo que yo desconozco.

-Paola, ¿por qué le tiene tanto miedo? ¿Qué pasa?

-Yo no puedo decírtelo, es algo suyo. Pero no te imaginas lo que has hecho.

Aunque intenta no parecer dura, acaba siéndolo, provocando en mi una sensación de malestar conmigo misma.

-Eso mismo me ha dicho Laura, pero si no me lo explicáis no puedo saber qué es lo que he hecho mal.

Paola, como hizo Laura, se marchó malhumorada y sin contestarme. Por suerte Lucía me miró comprensiva y mostrándome su apoyo pasó un brazo por mi hombro y dijo:

-Tranquila, todo se solucionará.





Hacía dos años que no sentía este frío suelo de cemento. Dos años que no estaba encerrada, totalmente a oscuras en este sótano de la casa que ni si quiera tiene una mísera ventana. Solo un viejo colchón, sucio y maloliente es lo que me sostiene a pocos centímetros de las mohosas baldosas. Estoy tumbada boca abajo, tal y como mi madre me ha dejado, y me aferro a la amarillenta almohada humedeciéndola con mi llanto. Un tremendo dolor me recorre todo el cuerpo, apenas tengo fuerzas para mover un solo músculo. Todo me duele. Y como la última vez, lo que más me hacía daño era el recuerdo de alguien, esta vez, el de Adriana.





Habían pasado cuatro días en los que mi preocupación por Laura iba cada vez más en aumento, y aunque había intentado hablar con Paola, ésta se había negado a contarme nada de lo que ocurría. Cada tarde pasaba las horas sentada en la escalera frente a la puerta principal esperando a que Laura llegase en algún momento. Lucía trataba de animarme, incluso dejaba a Adrián con sus amigos para quedarse conmigo, pero aún así yo no dejaba de llorar culpándome de lo que había hecho. Y es que, sea lo que sea que le pase a Laura será por mi culpa y eso nunca podría perdonármelo. Hoy era la cuarta tarde que pasaba aquí sentada, Lucía seguía a mi lado y, Paola había decidido unirse también. Comprobé la hora: las ocho de la tarde. Empezaba a pensar que ese día tampoco vendría, pero entonces la puerta se abrió y por fin Laura hizo acto de presencia. Paola se adelantó a mi y salió corriendo a recibirla. Rápidamente me acerqué también con intención de abrazarla, llevaba todos estos días soñando con este momento. Sin embargo, Laura ni me miró, subió hasta la habitación junto a Paola, ignorándome como si no existiera.





Me dolió ver a Adriana allí esperándome. Me dolió saber por Paola que pasó allí sentada todos estos días esperando mi regreso. Y me dolió ignorarla de esa manera. Pero más me dolía lo que me había hecho, lo que había tenido que soportar por su imprudencia. Se comportó como una egoísta, haciendo caso omiso a mi petición, no podía perdonar eso tan rápido. Al menos, Paola me había sido fiel y no le contó absolutamente nada de lo que pasaba entre mi madre y yo. No es que no confiara en Adriana, pero era algo muy personal que solo conocía Paola y que simplemente se enteró por casualidad. No me gusta airear esto, no me gusta que se sepa. Es algo que solo me incumbe a mi, aunque me duela no puedo parar esto, solo tengo que esperar un año más. Cuando tenga los dieciocho años mi madre pagará por todo lo que me ha hecho sufrir, mientras tanto tengo que aguantar. 

Enamórate como puedas (Trilogía "Como puedas" Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora