Capítulo 10

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Trataba de concentrarme en el libro que estaba leyendo, pero mi mente no dejaba de recordarme una y otra vez lo sucedido la noche anterior. No me quitaba a Laura de la cabeza. Su sonrisa, su mirada, su cuerpo. Ese que tan cerca tuve. Ese que abracé hace apenas unas horas. Por primera vez en mi vida sentía ganas de estar con alguien, de besarla, de decirle lo mucho que me gustaba y de estar a su lado. Pero aún así sentía cosas por ella muy opuestas. Había una gran atracción eso no lo dudaba, como también tenía deseos de besarla en todo momento. Además quería seguir conociéndola, saber lo que siente, lo que piensa, descubrir sus secretos. Pero a la vez desconfiaba de sus verdaderas intenciones por no ser tan clara como yo a la hora de decir las cosas, ella siempre me dejaba en un mar de dudas. A veces pienso que sí puede ser verdad eso de que los polos opuestos se atraen, pero yo misma me rebatía alegando que no solo debía haber atracción sino algo más para poder sostener "eso", una... relación. Nunca me había planteado estas cosas. Soy principiante, cinturón blanco. No sabía cómo comportarme, qué decir, qué hacer. Ni si quiera sabía cómo besar. Hasta ahora lo único que habitaba mis pensamientos eran los estudios. He vivido por y para ellos. He estudiado hasta la saciedad para poder entrar aquí y de repente... dejo de verle sentido por una persona que empezó cayéndome fatal y que ahora parecía que me pedía a gritos que la conociera, aunque a la vez me lo pusiera difícil. Muy difícil. Es como si quisiera quitarse esa armadura y tuviera miedo de hacerlo, pero ¿por qué?

En ese momento mi libro desapareció de mi vista, haciéndome bajar de las nubes de un golpe. Levanté la vista rápidamente y encontré a Laura frente a mi con el libro entre sus manos.

-Moby-Dick -dijo leyendo el título-. Un poco antiguo, ¿no crees?

-A mi me gusta.

Laura se sentó a mi lado devolviéndome el libro. Iba a decirme algo cuando vio algo al lado de mi pierna y lo cogió sin previo aviso. Al ver que sostenía el papel doblado me llevé una mano al bolsillo de mi rebeca, la cuál llevaba anudada a mi cintura.

-Ese papel es mío, se me habrá caído -comenté nerviosa arrebatándoselo de las manos.

-¿Era una carta de amor para mi?

-No, tonta -reí a su ocurrencia.

Como ya dije una vez, ella siempre tenía una respuesta inmediata, una frase para todo. Su agilidad mental me impresionaba.

-Anoche leí el cuento del que me hablaste -dije atrayendo su atención.

Laura alzó las cejas sorprendida.

-Me gustó mucho, la verdad. Y apunté un par de frases que creo que son idóneas para ti.

-¿Cuáles? -preguntó intrigada.

Desdoblé el papel y comencé a leer la primera de ellas.

-"Ponemos barreras para protegernos de quienes creemos que somos. Luego un día quedamos atrapados tras las barreras y..."

-"Y no podemos salir" -terminó la frase a mi vez.

Sus intensos ojos marrones me miraban con un halo de tristeza.

-Siento como si quisieras escapar de tu propia armadura, pero a la vez te diera miedo.

Laura bajó la mirada y se mantuvo en silencio. No pensaba rendirme tan fácil, así que volví a leer la siguiente frase que apunté. Más bien era un diálogo entre dos personajes, pero yo lo adapté como si se tratara de una frase.

-Eres un misterio. Uno de ésos que hay que resolver y averiguar qué esconde.

Noté como de nuevo Laura levantó la vista, escuchando atenta mis palabras.

Enamórate como puedas (Trilogía "Como puedas" Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora