Después de contarle a Adriana todo lo que había pasado la situación entre nosotras volvió a ser la normal de siempre e incluso mejor porque ya no habían más secretos que ocultar. Aunque por desgracia, el tiempo en aquel internado pasaba demasiado rápido, y a pesar de que tratábamos de exprimir cada momento juntas parecía como si necesitáramos más. La llegada de marzo trajo consigo varias semanas de lluvias incansables, algo que a Adriana le encantaba. Una tarde me hizo salir al patio con ella para darnos el famoso beso bajo la lluvia... Eso me costó un buen resfriado. Pero también marzo nos trajo una triste noticia, nos encontrábamos en clase cuando Luís entró y pidió a Adriana que saliera fuera un momento. No volvió a entrar durante el resto de la clase y aquello me preocupó, por lo que cuando ésta llegó a su fin salí en su busca y la encontré en su habitación preparando una pequeña mochila de viaje entre lágrimas.
-¿Qué ha pasado? -me preocupé al instante.
-Ha muerto mi abuela -le costaba hablar por la emoción.
-Lo siento mucho.
La abracé fuerte tratando de consolar su llanto, la verdad que no se me da muy bien animar a la gente ante este tipo situaciones, no tenía referentes. Yo no llegué a conocer a mis abuelos paternos, murieron en América. Y mi madre no se habla con sus padres desde hace años, así que tampoco he tenido trato con ellos. Ahora que lo pensaba no había tenido trato con casi nadie de mi familia a excepción de mi tío Luís y de su hija mayor que yo, que se fue a vivir a Barcelona hace unos años. Aún no me había tocado afrontar ninguna muerte familiar.
-Tengo que irme unos días a mi casa para el funeral -me explicó una vez recuperó un poco la compostura.
-Me gustaría estar a tu lado en ese momento.
Adriana esforzó una triste sonrisa en agradecimiento y después la acompañé hasta el hall donde ya la esperaban sus padres. En ese momento recordé la primera vez que la vi entrar por la puerta principal, mirándolo todo a su alrededor con una curiosidad casi infantil. Adriana corrió a abrazarlos, seguía llorando, al igual que su madre que estaba emocionada. Sin embargo su padre aguantaba el tipo. En ese momento pusieron sus ojos en mi.
-¿Es una amiga tuya? -preguntó su madre con un agradable tono de voz.
Adriana me miró un momento como pidiéndome consejo sobre qué decirles.
-Sí, soy una amiga -me adelanté a ella.
No creo que este sea el mejor momento para confesiones y sin saber cómo podrían tomárselo. Entonces oímos que alguien llamaba a Adriana, nos dimos la vuelta al instante y vimos a Lucía bajando las escaleras a la carrera.
-Me acabo de enterar -dijo jadeando-. Lo siento mucho.
Ambas se fundieron en un gran abrazo. Tras Lucía llegaron los demás componentes de nuestro grupo, todos la abrazaron y le dieron el pésame.
-Me alegra que tengas tan buenos amigos -comentó su madre más emocionada que antes.
Su padre recogió su mochila de viaje y se fue para dejarlo en el coche y poner éste en marcha. Llegó la hora de despedirse, aunque la vería dentro de unos pocos días estoy convencida de que se me harían eternos. Adriana se despidió de mi con una gran abrazo y, aunque tuve que aguantarme las ganas de besarla, ella se atrevió a dejarme dejó un beso muy cerca de mis labios a pesar de que estaba su madre delante. Por suerte ésta no hizo ninguna mueca rara, parecía no haberse percatado.
Sentía que quería contárselo en ese mismo momento, que quería ser sincera con ellos, decirles que Laura no es una simple amiga sino que es mi novia, la chica que ha hecho que estos meses aquí fueran lo más felices de mi vida. Pero realmente no era el momento. Me sentí mal por Laura, y agradezco que en seguida comprendiera la situación y lo arreglara todo con facilidad.
Ya me había despedido de todos y ahora caminaba junto a mi madre, que me llevaba agarrada por el hombro de camino al coche donde mi padre esperaba ya dentro.
-Adriana, esa chica... -dijo metros antes de llegar al coche, provocándome un nerviosismo inesperado en mi estómago- ¿Seguro que es tu amiga?
Por un momento no supe cómo reaccionar. ¿Acaso se había dado cuenta? Sé que a mi madre no se le escapaba ni una, pero ¿a tanto llega su perspicacia?
-Cl-claro, es una amiga -contesté con titubeo, tratando de salir del paso.
-Y si fuera algo más me lo contarías, ¿verdad? Hay confianza entre nosotras.
-Mamá, qué cosas dices. Laura es una amiga, no te preocupes -quise quitarle hierro al asunto.
-Está bien. Vamos anda, que tu padre nos está esperando.
Respiré aliviada, aunque sé que algo sospecha. ¿Cómo lo ha averiguado? ¿Tanto se nos nota? O igual yo no sé mentir, se me nota en la cara cuando lo hago. Me senté en el asiento de atrás, como la última vez. Después de todos estos meses volvería a mi casa, a mi pueblo. Y la verdad es que se me hacía algo extraño.
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Enamórate como puedas (Trilogía "Como puedas" Parte 1)
RomanceAdriana cumple su sueño de conseguir una beca en el prestigioso colegio El Roble, considerado el mejor del país. Allí conocerá a gente muy diferente a ella y sobretodo conocerá a Laura, muy a su pesar. Adriana no tiene ninguna intención de saber nad...