Lucía me estaba relatando su tarde con Adrián, después de terminar el trabajo se pusieron a charlar y Adrián le contó cosas como que su sueño era ser el director de la empresa de su padre. Lucía parecía la mar de ilusionada con esa idea, pero yo no lo veía nada del otro mundo. Por otro lado me pidió disculpas por haberme dejado cenar sola la noche anterior aunque yo no le di la menor importancia. Fue entonces cuando me avisó de la presencia de Laura que entraba al comedor junto a Paola. Rápidamente me buscó con la mirada y al encontrarme sonrió. Yo le devolví la sonrisa tímidamente, cogí mi vaso de zumo y me bebí lo poco que quedaba en él. Era consciente de la mirada fija de Lucía sobre mi y me hizo gracia ver como me miraba con expresión añiñada.
-¿Qué pasa? -pregunté.
-Dímelo tú. ¿Qué pasa con Laura?
-Nada, no pasa nada.
-Te acostaste muy tarde anoche.
-No insinúes...
-No he insinuado nada -me interrumpió-. Solo he dicho que te acostaste tarde. ¿Qué buscabas en el ordenador?
-¿No estabas durmiendo?
-He preguntado antes -rebatió.
Suspiré y saqué del bolsillo de la rebeca un papel cuidadosamente doblado. Lo abrí y se lo enseñé mientras le explicaba el significado.
-Laura me habló de una historia que su padre le contaba de pequeña. La estuve buscando y la leí entera. Después copié las frases que me parecieron más interesantes.
-Te has tirado una noche en vela por Laura. ¡Qué bonito! -exclamó haciéndome reír con su ocurrencia.
Lucía hablaba como si estuviera disfrutando de una historia de amor televisiva. De repente me entraron ganas de contarle lo ocurrido en el baño, pero conociéndola como la conozco formaría un teatro de lo más surrealista, aunque siendo sincera, llegados a este punto, tampoco me importaba mucho.
-Anoche pasó algo más -dije llamando su atención completamente.
Lucía me miró intrigada.
-Antes de irme a dormir fui al baño y me encontré a Laura, que también iba hacia allí.
-Uh, esto empieza a ponerse interesante -dijo frotándose las manos-. ¿Pasó algo?
-¡No! -negué al momento- Bueno... casi.
Mi amiga abrió los ojos alucinada.
-¿Casi? Explica eso -me exigía con impaciencia.
-Ya conoces como es Laura, ahora le ha dado por "conquistarme" -dije poniendo las comillas con los dedos- Empezó ha acercarse mucho a mi y... estuvo a punto de besarme.
Lo último lo dije llena de vergüenza y Lucía abrió boca y ojos, estaba flipando.
-Le dije que no lo hiciera -continué con el relato.
-¿Por qué? -preguntó casi enfadada.
-Porque no me gustan las formas de Laura, es demasiado descarada. Yo soy más romántica.
-Te encanta su forma descarada aunque lo niegues.
Pude notar como subían los colores a mis mejillas. Puede que me gustara, pero no quería que mi primer beso fuera en un cuarto de baño, a las tantas de la madrugada y tan... Salvaje. Seguro que Laura es de esas. Y tampoco quería que la cosa fuera a más, no es mi estilo.
-Mira -me puso una mano en el brazo sacándome de mis pensamientos-, yo lo único que te puedo decir es que te dejes llevar por lo que sientes en cada momento. No pienses en cómo quieres que sucedan las cosas. Las cosas sucederán como tengan que suceder, no como tú lo planees. Los mejores besos son los improvisados, los que no esperas. Esos son los mejores.
-Quiero terminar la apuesta -le dije decidida a Paola.
-¿Has conseguido ligártela?
-No.
-Ah, te echas atrás.
-Tampoco.
-¿Entonces?
-Que no quiero seguir con esto.
Paola me miró sin entender nada. A veces me pregunto por qué me costará tanto hablar de mis sentimientos a mi propia mejor amiga que conoce mis secretos más ocultos.
-Tú ganas. Te haré la cama durante un mes -seguí con mi discurso improvisado.
-Eso ya me da igual. Quiero saber qué te ha hecho cambiar de opinión.
Me mantuve en silencio unos segundos mientras Paola me miraba esperando una explicación. ¿Cómo dársela? ¿Que he sido yo la que me he enamorado? No, enamorada no. Solo me gusta un poco. Mucho. Pero amor no hay ni por asomo.
Paola comenzó a esbozar una divertida sonrisa.
-¿Reconoces de una vez que te gusta?
Bajé la mirada, frunciendo el ceño. Odio terriblemente este tipo de situaciones en la que el centro de atención soy yo.
-Ey -cogió mi mano-. Puedes decirlo. No va a pasar nada.
-Tengo miedo -confesé tras un momento de duda.
-Olvida de una vez el miedo. Si ella te gusta y tú también a ella, ¿qué miedo puede haber?
-Sabes muy bien cuál es mi miedo. Sé muy bien que le gusto y... -suspiré- Y ella a mi también.
-Tu madre no tiene que enterarse. Que sea una jodida homófoba es su problema. Tienes que vivir tu vida como te plazca.
-¡Y podría hacerlo si no supiera lo que podría pasar si mi madre se entera de que tengo novia!
Al final exploté levantándome del escritorio con rabia. Mi madre siempre había sido el mayor problema de mi vida, era el demonio que siempre me perseguía. El demonio de una doloroso recuerdo. De un amor perdido por su culpa. De un dolor que permanece día tras día, torturándome hasta la saciedad.
Me dirigí hacia la ventana de la habitación y clavé la vista en el gran roble que conformaba el internado. Era fin de semana y los alumnos están fuera pasando el día como si se tratara de un camping. Y bajo la sombra del roble estaba la causante de todo lo que me pasaba. Sentada, leyendo un libro tranquilamente.
Paola se acercó a mi y observó por encima de mi hombro.
-Tienes que contárselo. Créeme, si te quitas tu miedo de encima podrás con todo, pero mientras siga rondando tu cabeza no vas a llegar a ningún lado nunca.
-No puedo contárselo -respondí con apesadumbrada voz.
-Sí puedes. Confía en ella. Si le cuentas realmente lo que sientes, lo que temes, lo que sufres; se abrirá una gran puerta entre vosotras. Te comprenderá y entenderá lo que sientes. Solo tienes que confiar en ella de la misma manera en que confías en mi.
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Enamórate como puedas (Trilogía "Como puedas" Parte 1)
RomantizmAdriana cumple su sueño de conseguir una beca en el prestigioso colegio El Roble, considerado el mejor del país. Allí conocerá a gente muy diferente a ella y sobretodo conocerá a Laura, muy a su pesar. Adriana no tiene ninguna intención de saber nad...