Mei Chang-Elric.

Noche de bodas

La boda había sido todo un espectáculo. Pero ¿qué más se podía esperar con una familia como los Elric y unos amigos como los que ellos tenían? Dentro de este rango, nada del otro mundo.

Edward contando viejas historias vergonzosas sobre su hermano pequeño. Winry regañándolo por un lado y confirmándolas por el otro.

Ling comiéndose el pastel antes de tiempo y preguntando si podía repetir la comida por tercera vez. Lan Fan protegiendo lo que quedaba de aquel pobre pastel.

Mustang trayendo el regalo más grande que encontró, (a tal punto de casi no caber en el recinto) y Riza tratando de no verse relacionada con este ostentoso hombre.

Elysia jugando con Xiao Mei y tirando todo y a todos a su paso.

En fin, nada fuera de lo común. Y, a decir verdad, tanto Alphonse como Mei se sentían a gusto en ese ambiente tan familiar. Su boda había sido hermosa a sus grandes ojos.

Pero eso no los detuvo en el momento que decidieron escaparse de esta. Ambos deseaban un poco de paz después de tanta algarabía, y por supuesto que deseaban estar juntos y solos por primera vez como marido y mujer.

Para no romper el ambiente, dejaron encargada la fiesta en las buenas manos de Riza, rogándole que mantuviera su ausencia en secreto lo más que pudiera. Y con la promesa de esta, dejaron atrás a todos los demás.

La noche de bodas, por otra parte, iba a pasar en un hotel bastante distinguido en los límites de Amestris. Cargados de la emoción de la fiesta, los jóvenes llegaron al lugar platicando sin parar. Al no perdió para nada el tiempo y desde la planta baja, llevó a Mei en sus brazos todo el camino hasta el cuarto nupcial.

Para cundo abrieron la puerta, los dos se sorprendieron por el tamaño tan enorme de la recamara. Tanto así que Al tuvo que cargar un tramo más a Mei para llevarla a la cama. Algo que por supuesto no le molestó.

—Mei... ¿No te parece increíble?

—Vaya que sí...

—No pensé que mi hermano se esmerara tanto en la habitación, dijo que era un regalo, pero...

—Wow —. Dijeron al unísono.

Ambos salieron de su ensueño después de un rato más de admiración, y, sin querer, pensaron inevitablemente en lo que seguía. En lo que una pareja recién casada hacía en su noche de bodas.

Sin poder preverlo, se miraron a los ojos al mismo tiempo y se sonrojaron. La inocencia estaba intacta en sus cuerpos incluso después de todo lo que habían pasado juntos.

Alphonse no quería incomodar a Mei, por lo que se recostó a un lado de la cama. Recargó su rostro en su mano y viéndola, le invito a hacer lo mismo. Ella lo imitó.

—Mei... ¿Cómo te sientes ahora mismo? —. Preguntó Al sinceramente interesado.

—¿Que cómo me siento? Me acabo de casar con Alphonse Elric. ¿Cómo debería sentirse eso? —Al rio.

—Bueno, yo tampoco estoy muy consciente de cómo me siento. Acabo de casarme con Mei Chang, princesa de Xing. Es mucho más sorprendente. ¿Cómo debería sentirse eso?

—Me casé con el hombre de mis sueños ¿Cómo debería sentirse eso?

—Me casé con la chica de mis sueños. ¿Cómo debería sentirse eso?

Mei sólo pudo reír junto a él.

—¿Eres feliz, Mei?

—Más que nada en el mundo, Alphonse-sama.

—¿Cuándo vas a dejar de llamarme Alphonse-sama, Mei Chang-Elric? Soy tu esposo.

Después de momentos de reflexión, Mei respondió.

—Perdón, tienes razón, Alphonse Elric-Chang. Decirlo así es expresar que te tengo toda la confianza del mundo.

—Exacto, Mei. Y quiero que la tengas. ¿De verdad confías en mí? ¿Sería y absolutamente?

—Más que nada, Al —. Dijo una Mei más madura.

—¿Y me amas, Mei?

—Con todo mi ser Al.

—Entonces... —. Al permaneció pensativo un momento, como si no quisiera decir ni una palabra mal. —Entonces... —. Se fue acercando a Mei. —Entonces permíteme expresarte cuánto te amo, Mei.

Alphonse lentamente tomó los labios de su esposa, rodeándola con los brazos y tratando de recorrer por primera vez (de muchas desde ahora) la figura de su hermoso cuerpo.

Cuando el beso comenzó a intensificarse, un Alphonse con los latidos del corazón desbocados y la respiración robada, preguntó:

—¿Estás bien con eso, Mei?

Y una Mei sonrojada, respondió:

—Por supuesto que sí, Alphonse Elric-Chang.

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¿Esperaban más acción? 😏
Pues si lo hacían, no, pervertidos. Not today.
Se los dejó a su imaginación...