—Pero... ¡Xiao Mei!
—Estoy ofendida, Mei. No.
—¡Me encanto tu regalo, Xiao Mei! ¡Es el medallón más precioso que he visto! No me dejes así.
—Puedes ir sola a tu casa Mei. Adiós—. Xiao Mei se retiró rápidamente de escena. Aún seguía enojada por la grande reacción que Mei había tenido respecto al regalo de Al, y, a decir verdad, un poco celosa. Pensaba que, al no acompañarla ese día de camino a su casa, le daría el castigo adecuado, porque ambas eran prácticamente inseparables. Y aunque le dolía dejar a su amiga así, si en algo se parecían esas dos, era en su terquedad.
La cumpleañera no tuvo más remedio que acatarse a la soledad en la que su mejor amiga la había dejado, recogiendo pesadamente sus cosas; entre ellas el precioso medallón chino tallado en jade que Xiao Mei le había comprado. En efecto, de los regalos que más le gustaron, lleno de detalles y de figuras que trabajaban en sincronía dentro del mismo circulo. ¡Pero vamos! Alphonse dio en el clavo con el primer regalo que le compró desde que se conocieron, y además este provenía del chico que le gustaba. ¡Xiao Mei debería entender eso!
Mei volvió a suspirar.
Ahora que recordaba el enorme regalo de Al, se dio cuenta que no había espacio en su mochila. Cargar eso con todos los demás regalos sería una proeza.
—Mei, ¿Por qué te quedas viendo al libro? No te gustó o... —. Al interrumpió sus pensamientos.
—¿Qué? ¡No, no! Me encantó. Lo que pasa es que Xiao Mei me abandono, tendré que ir sola a mi casa y no sé cómo llevaré todo esto.
—¡Oh, yo puedo ayudar! —. Mei, convencida de que Al le daría la respuesta para abrir un hoyo negro, recargó la mochila en el escritorio, pero cuando volteó, no pudo ver ni el libro ni todo lo demás.
—¿Nos vamos? —. Dijo Al a lo lejos, más específicamente en la puerta del salón. —No sé dónde está tu casa, pero puedes guiarme, yo te seguiré.
Mei, enternecida, tomó de regreso su mochila y acompañó a su vecino de banca.
Caminando los dos chicos se sentían bastante a gusto, a pesar de guardar un estricto silencio. Alphonse de vez en cuando volteaba a ver a Mei, quien, sin quererlo, hacía lo propio justo al mismo tiempo, causando que ambos se sonrojaran y voltearan a ver al frente, apenados más que nada por sus propios pensamientos.
Al se sobresaltó de un instante a otro, causando que su amiga se pusiera en guardia, buscando el peligro más pronto a ellos. Sin embargo, ella no pudo ver nada que pudiera indicar a los chicos correr para protegerse. Por ello le dedicó una mirada significativa a Al, esperando que este le explicara la razón de su comportamiento repentino.
Y Al sólo podía verla con brillo en sus ojos, y estrellas en su sonrisa.
–Mei, tengo una idea. Ya que es tu cumpleaños, es mi deber invitarte un helado, ¿no te parece? –. Ahora que el chico había expresado su inquietud, ella se sintió cálida. Cálida tanto por la emoción de él, cómo por el aprecio que en ese mismo instante le estaba expresando.
–Me encantaría Al —. Y con la mano que, Dios sabía cómo, Al había logrado desocupar, tomó el brazo de Mei y la jaló directo a la heladería puesta frente a ellos.
Ella, por costumbre, pidió un helado de vainilla. Simple pero delicioso, era su gusto. Y por supuesto que no pudo evitar sorprenderse al ver que Al había pedido uno idéntico. El helado de vainilla era, por regla general, algo que la gente veía muy soso para pedir, por lo que la mayoría de ellos lo ignoraban olímpicamente y pedían helados de sabores extravagantes o demasiado dulces. Al no pudo evitar pensar que tal vez Mei era ya por si misma muy dulce como para empalagarse con más.
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Mei Chang-Elric.
RomansaMei logró ganar el corazón de Alphonse, sin saber exactamente cómo. Ahora podía despertar junto a él todas las mañanas, como su novia y su esposa. ¿Sería capaz? [Y más] Libro de one shots de AlMei (o AlMay). Espero que este sea un bálsamo para los q...