Especial de Navidad

326 38 4
                                    

La navidad había llegado a cas de los Elric, con la misma algarabía y caos de siempre. Los niños de Ed corrían de un lado a otro con sus regalos; la pequeña perseguía a su hermano con su nueva pistola de agua, mientras el otro cuidaba su reloj de juguete para que no se rompiera.

—¡Vueldve aquí cobade! ­—Gritaba la niña.

—Creo que ya sabemos a quién se parece. —Dijo Alphonse, riendo tiernamente.

—A su padre

—A su madre

Dijeron Pinako Rockbell y Edward al mismo tiempo.

—Al menos espero que la pobre no sea enana como su padre.

­—¿Qué dijiste anciana?

—¡Qué espero que esa niña sí crezca y no como tú! Aquí el anciano sordo es otro.

—Me tienes harto

—Okay, basta niños. —Intervino Winry. —Y no me refiero a mis hijos.

—¿Elysia, puedes ir a cuidar a los niños? Qué te acompañe Xiao Mei. —Pidió una ya adulta Mei.

—Yo los cuidare.

—Cada vez se vuelve más madura, Gracia.

—Lo sé, Mei. Será una buena mujer.

—Sé ve...

—¿Mustang va a venir?

—Dijo que posiblemente no, tiene mucho trabajo.

—Entonces supongo que Riza tampoco, ¿cierto?

—Es más posible que Black Hayate venga sólo que esos dos.

—¿Seguros que están trabajando?

La puerta se azotó, dejando entrar a un arreglado führer y a su mano derecha.

—Por supuesto que trabajamos, ¿qué más haríamos?

—Pueden seguir el ejemplo de esos dos melosos de la esquina.

Edward se refería a Al y a Mei.

—Cuando tengan a su hijo no van a tener ni un segundo más libre, déjalos ser felices ahora.

Mei se ruborizo. Porque en efecto, Mei estaba embarazada, y no le quedaban muchas oportunidades de hacer cosas con su esposo.

—¡Mamá! —Vinieron corriendo los niños con Elysia detrás. —¡Hay que prender la fogata ahora!

—¿Fogata? ¿En navidad?

—Es que es posible que Mei dé a luz por año nuevo y queríamos juntar las celebraciones. —Explica Winry.

—Oh, no lo sabía, Mei, felicidades de nuevo. —Felicito Riza.

—Muchas gracias. —Era cierto que Mei se notaba mucho más tranquila con el bebé dentro suyo.

—Bueno, vamos niños. Vamos a prenderla.

—Oh, déjame ayudarte Mei. —Dijo Alphonse, preocupado por su esposa.

—Sólo voy a pararme Al, puedo hacerlo sola.

—No quiero que te pase nada.

—Has estado así desde que te dije que tendríamos un bebé, no sé cómo no has tenido las contracciones ya, Al.

—Me haces muy feliz, tú y esta pequeña cosita. Quiero cuidarlos toda mi vida. No te burles Mei Elric.

—No me burlo Al, tú también me haces muy feliz.

Al tomó de rostro a su esposa y le acaricio la nariz con la propia, sonriendo incandescentemente.

—Consíganse un cuarto, por favor. —Dijo Ed. —Vamos a fuera que todavía hay regalos que repartir.

—¿Todavía? —Pregunto confundido Al.

—Sólo uno. —Le respondió Mei.

Se entregaron los bombones y las brochetas para calentar en la fogata, entonces Mei se trató de poner de pie, claro, con un Alphonse levantándose rápidamente para ayudarla.

—Quiero decir algo esta noche. Al, siéntate, tal vez lo necesites.

Rieron.

—Quiero compartirles esta noche un secreto que he tenido bien guardado. Y tal vez también necesite un par de mantas azules para año nuevo.

Un silencio profundo inundó el ambiente.

—¿Por qué? —Preguntó nuevamente desconcertado Al. —¿A qué te refieres, amor?

—Lo que quiero decir es que... el bebé, o más bien, los bebés que esperamos... ¡Van a ser niños!

Alphonse casi se desmaya.

—¿En serio? ¿Más de uno? ¿Niños?

—Sí a todo. —Dijo una feliz Mei.

Todos empezaron a felicitarla y a darle sus mejores deseos. Los niños besaban su vientre y lo acariciaban, diciéndole a los bebés que los esperaban con ansias.

Alphonse seguía procesando la información.

—Entonces...

—Van a ser gemelos. Mellizos, para ser más exacta.

—Y yo...

—Tú vas a ser el padre.

Alphonse la cargó en el aire.

—Mei, Mei, Mei. Qué emoción, yo...

Se dio cuenta de lo que hacía en ese momento y con sumo cuidado la soltó.

—¿Estás bien? ¿No te lastime? ¿Cómo te sientes? Perdóname, ¿Quieres ir al hospital?

­—Alphonse, tranquilo. —Rio. —Estoy bien. Los bebés están bien. Me preocupo más por ti que por nadie.

—Yo estoy... sinceramente... a punto de caer en un coma de la emoción.

—Por eso digo que mejor vamos a descansar, ¿te parece?

—Vamos.

Alphonse la cargó en sus brazos (esto también con sumo cuidado) y al llegar a la habitación la recostó delicadamente en la cama, antes de hacer lo propio.

—Mei, quiero prometerte algo... No importa lo que pase, siempre estaré ahí para protegerte a ti y a nuestra familia. Pero, este es un paso muy importante, ¿podrás soportarlo?

—Alphonse Elric...

—Alphonse Elric Chang —Le corrigió.

—Alphonse Elric Chang, he pasado tantas cosas ya contigo, que siento que éste paso en especial es la cúspide de todas ellas, estoy muy emocionada al igual que tú. Feliz más que nada, porque tendré a los niños que deseo con el hombre que más amo.

—Mei, estoy muy agradecido por haberte conocido.

­—Yo estoy agradecida por que tu hermano resultara ser un tonto.

—Ed no es tan malo...

—¿Entonces me hubiera enamorado de él?

—¡No! Por supuesto que no. Yo soy perfecto para ti. Soy caballeroso, inteligente, y un rasgo muy especial: alto.

Mei reía divertida. —Ya, calmase señor ego y váyase a dormir.

—¿Sabes que es lo bueno de que ya pueda dormir?

—¿Qué es Al?

—Que puedo soñar contigo.

Esa noche, Alphonse soñó por primera, y ciertamente no ultima, vez con su familia. 

Mei Chang-Elric.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora