Uno.

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Cierro los ojos. Porque aunque ella estaba allí delante de mi no podía conformarme con sus besos sin sentido. Porque aunque me moría por la suavidad de su piel necesitaba quizás mucho mas, y quizás aquel mas estaba allí. Delante de mi, en medio de aquel desastre de personas que no querían estar en la biblioteca y deseaban irse pronto a casa. Ella me miro, siempre. En sus ojos había miedo, admiración. Quizás ese fue el motivo de que en cuanto la reemplace por la boca de aquella guapa mujer no pude dejar de fantasear con sus ojos verdes, con aquella sonrisa que tenia tantos miedos escondidos. No era demasiado guapa, tampoco era de las mujeres de una noche que conocía, era una niña tonta esperando a que le hicieran absurdas promesas. Quería dañar su corazón, no, estoy mintiendo, quería con todas mis fuerzas hacerle el amor. Así que, vamos nena, es hora de jugar en mi infierno.

El infierno es en tu cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora