Veintitrés.

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Alguien en algún lugar del mundo:

Y allí estaban, cada uno creyendo hacer lo correcto, Mara encerrada en todo aquel amor de mentira con Daniel; fingiendo orgasmos para evitar una pelea más, viviendo de migajas y de anhelos que jamás tendrá. Daniel lleno de odio hacia Mara, porque en el fondo él lo sabe, él lo siente en cada beso, en cada abrazo, pero esta tan obsesionado, tan acostumbrado a ella y a todas las facilidades que siempre consigue a su lado, se cree el mejor con sus amenazas, con sus gritos, lleno de tanta maldad.

Lo veo también a él, tan solitario como siempre, rodeado del humo del cigarrillo, mucho alcohol para olvidar con cuántos se acuesta cada noche su mujer, tan cansado, tan vacío, a veces desea enamorarse de alguien más, fantasea con llegar a todo con Mara, dejar atrás la mala vida, pero olvida aquella absurda idea porque debe memorizar el plan del nuevo robo, saber que hacer y hacía donde correr para que la policía no lo detenga.

Gemidos, alcohol, besos sin sentido, se entrega a la noche, a aquel que está en su cama, sin nombres, sin anécdotas, llenos de sexo, de diversiones. Ella también está cansada de todo aquello, necesita el dinero, un hogar para sus hijos... Y gime, grita, llora, muy bajito, se deja llevar, ni siquiera siente su alma ya. Es un títere, un ser que se mueve a mereced del viento, no es nada, solo una zorra.

Vuelve a sonar un teléfono, la vida de los cuatro cambiará, porque Henry necesita a Mara y esta vez ella no se negara.

El infierno es en tu cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora