Mara.
La hermana de Henry es mi mejor amiga. Y aunque no quiera admitirlo estoy unida a ellos. Quizás fue obra del destino. Quizás el infierno es junto a Henry y por eso satanás nos unió. Lo siento, realmente no quise decir eso. Me aterra Henry, su madre se fue de casa jurando nunca regresar y en el fondo eso fue el inicio de todo lo malo que él ha hecho; incluso aquella moneda que robo no es tan grave como sus malditas ganas de tirarse a las mujeres como si no fuesen nada. Como si nos considerara cualquier cosa. Todo inicio con mamá y no puedo culparlo. El móvil sonó, un policía dijo que estaba detenido y debía contactar a su papá, lo hice. Dos horas después me envió un mensaje diciendo que él estaba en casa ya. No lo se, han pasado dos días y no regreso siquiera a estudiar. Sono el móvil una vez mas, es él. Seguro que si.
¿por qué no pudiste llamar a papá? –Esta riñendome, no hay saludos, solo su cruel pregunta al otro lado de la linea.-
Lo hice, por supuesto que si. –Estoy gritando, él se queda en silencio y solo se escucha su pesada respiración.-
Nadie vino por mi, estuve dos días allí.
Lo llame, dijo que estabas bien.
Y sin esperar una respuesta cuelgo. Él no es nadie para gritarme. Yo no tengo la culpa de que sea un maldito ladrón. Tampoco soy culpable de que su mamá los haya abandonado.
