Doce.

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Deje de ir a estudiar. Una mujer estaba en mi vida y yo decidí hacer mis maletas e irme a vivir con ella. La relación fue bien quizás por cinco meses ella me hizo sentir que eso era lo único que necesitaba. Que a su lado todo siempre iba a ser bueno. Recuerdo también que empece a robar para darle todo lo que ella me pedía y lo que merecía pero nunca nada era suficiente, nunca cambio de opinión. Nunca dejo de revolcarse con algún cabrón por ahí que la llevara a pasear y quizás a cambio de abrir las piernas conseguía un bonito reloj, un teléfono nuevo, dolor en mi corazón. La quería, mucho. Pero no podía seguir en aquel teatro, no podía dejar de pensar en ella haciéndolo con alguien mas en cuanto su boca me besaba sin piedad. Deje de ir a casa de papá, deje de ver a mis amigos. No tenia a nadie, salvo a ella. Me presente un día en clases y recuerdo que allí estaba Mara pero todo era diferente. Ella no corrió a donde estaba ni tampoco trato de llamar mi atención, solo se quedo de pie allí en la entrada observándome. Yo camine hasta ella, trate de besarla, de tocarla, de intentar fingir que nada había cambiado pero ella se negó. Me rechazo. Simplemente me abrazo y se marcho. Supongo que es lo que merezco después de toda la mierda que le di. Después de mis desplantes y todas aquellas mujeres que pasaron por mi cama al fin lo comprendí pero era demasiado tarde, ya no había forma de obtener un lugar en su vida ni de que yo siguiera borrando su sonrisa. Por eso huí, por eso la deje ir.

El infierno es en tu cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora