• CAPÍTULO VIII •

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Capítulo dedicado a: daintylouu , cymbidouis , MEGHAVOR y JarriStilos 

     El siguiente evento era un juego del que Harry nunca había escuchado. Oficiales militares lo habían traído consigo desde Calcuta, donde dos soldados británicos habían establecido su club.

     Lo nombraron: Polo.

     Se jugaba a caballo con una pelota de madera y un mazo en dos equipos de cuatro. 

     Las reglas eran desconocidas para Harry pero Charles estaba alentado. Como ninguno de los hombres lo había jugado antes, todos estarían en igualdad de condiciones.

     Era un buen día de octubre, limpio como un arroyo y fresco como la inmovilidad de su madre. Fuera en el campo verde, recibió un brazalete del árbitro. Los equipos estaban divididos por color: morado, rojo, amarillo y azul. Harry estaba en el equipo morado. Charles se había hecho una bandera morada para animarlo desde el banquillo. 

     Harry y Aquiles no eran muy amigables pero parecían haber llegado a una tregua. Harry tuvo cuidado de presentarle el balón y el mazo antes del partido. Habían dos oscilaciones en el Polo, el péndulo y la planificación. El primero seguía la longitud del cuerpo del caballo, el último bajaba a través del cuello. Harry practicó ambas oscilaciones con Aquiles más temprano esa mañana. El semental no protestó pero lucía escéptico. 

     Con un poco de delicadeza, Harry consiguió un lugar en su equipo para Ser Clarence. Él era el único conocido que Harry tenía que no era un sirviente y estaba desesperado por permanecer en sus buenas gracias.

     Ser Clarence cruzó el campo soplando su pipa, humo gris que punteaba un cielo azul sin nubes, por otra lado. 

     Habían pasado el rato más gratificante en la misa de la noche anterior. Los aldeanos eran más respetuosos de lo que era habitual y Harry estaba desconcertado del por qué, cuando vio el nombre de su padre en una placa de bronce encima de la puerta de la iglesia. ¡Ser Clarence había sorprendido al duque con una de las causas filantrópicas de su padre! Harry no sabía que su generosidad se extendía tan lejos al norte. 

     El azote de tuberculosis había golpeado el pueblo y muchos habían perdido sus salarios y vivían de una miseria. Ser Clarence había sugerido que volvieran al día siguiente para traerles pan, y manzanas de la huerta Warwick. Harry pensó que era una espléndida idea. 

     Mientras discutían su donación, el equipo rojo se acercó. Frederick, Lord Beardsley y Lord Graves, fueron conducidos por Louis, que saludó a su primo con una mueca impertinente.

          —Planean tomar manzanas de mi huerta, ¿cierto? 

     Ser Clarence se giró hacia Harry.

          —Tendrá que excusar a mi primo. Él es tan caritativo como María Antonieta. 

          —Una mujer encantadora—Louis bromeó—. Ella fue muy incomprendida, ya saben.

          —¡Hizo que su gente muriera de hambre!

          —¡Propaganda rencorosa difundida por revolucionarios sanguinarios!

     Ser Clarence ladeó su pipa con disgusto. 

     Harry no podía mirar a Louis a los ojos y la presencia de Frederick lo hacía aún más difícil. El vizconde acarició la cabeza de su mazo y sonrió satisfecho.

Victorian Boy » larry stylinson | Traducción OficialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora