• EPÍLOGO •

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Capítulo dedicado a mi beba con nombre de diosa y personalidad maravillosa... El final de esta traducción lo dejo a tu honor.


"El bebé está en paz dentro del útero, el cadáver está en reposo dentro de la tumba. Comenzamos en lo que terminamos"

— Percy Bysshe Shelley 

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  ❦ CUATRO AÑOS DESPUÉS ❦ 

     El duque de Somerset se encontraba sentado junto al fuego, esperando a que llegase la correspondencia. 

     Removió una cucharada de azúcar dentro de la taza china de té de color azul y vio como las llamas lamían la madera ennegrecida que yacía en la chimenea.

     Escuchó la puerta abrirse. La duquesa entró al salón de estar con seis perros mordisqueando sus tacones.

        ─Beth, ¿ha llegado la correspondencia?

     La duquesa le tendió su capa al ayudante de cámara de Harry.

        ─Charles, ¿podría explicarle a mi marido que la correspondencia llega exactamente a las nueve y media cada mañana?

     Arreglando los pliegues de la capa sobre su antebrazo, Charles se rió.

         —Usted sabe también como yo que Su Excelencia no tiene concepto del tiempo cuando se trata de enviar y recibir la correspondencia. ¡Tan pronto como pone tinta en el papel, comienza a esperar una respuesta!

     Harry odiaba cuando su esposa y su ayudante de cámara unían fuerzas para burlarse de él. Se dejó caer en el ala del sillón de cuero y remojó una galleta en su té, sombrío. 

     Beth se apiadó y le tendió un manojo de cartas atadas con una cuerda que ella había escondido en su cartera de terciopelo. Él se sentó en la silla y las tomó, hojeando furiosamente la pila.

        ─¡Por todos los cielos! ¡Al menos lee de quién provienen!

     No necesitaba hacerlo. Solo le interesaba una carta. Cuando no la encontró en la pila, frunció el ceño. 

     Ella palmeó su mano.

        —Quizá llegará mañana. 

       —Sí, quizá. 

    Beth se levantó y se fue para encontrarse con la madre de Harry en el salón para su juego de cribbage. 

     La duquesa viuda se sentía desplazada desde que Harry se había casado. No tenía amigos y sin una propiedad que dirigir y un hijo del que preocuparse, no tenía propósito. Beth estaba determinada a forjar un vínculo con la viuda.  El progreso era lento pero continuo. Antes de la llegada de Beth, la duquesa viuda ni siquiera hubiese acariciado a un perro, pero ahora ella pasaba sus días rodeada de los corgis de Beth, dándoles tartas a escondidas bajo la mesa del desayuno. 

     Fue entonces, por encima del crepitar del fuego, que Harry escuchó un gruñido bajo.

        —¡Winston!

     El corgi envejecido estaba royendo un sobre de color rojo bajo el sofá. Harry se agachó en sus manos y rodillas y rescató el papel de los dientes de la bestia. Había sido rasgado ligeramente pero permanecía intacto. Rompió el sello de cera y abrió la carta. Era una invitación.

Victorian Boy » larry stylinson | Traducción OficialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora