Capítulo 10.

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5 de la mañana.
Los nudillos del rizado ya golpeaban la puerta de la habitación de Louis con cansancio, esperando por alguna respuesta, era ya lo mínimo que quería.
Pasaron 10 minutos y la puerta se abrió de par en par, mostrando al chico que obviamente quería seguir durmiendo, sus ojos se encontraban rojos y es que sólo había descansado por 6 horas, sin contar que se estuvo despertando por cortos periodos de tiempo y que mantuvo sus ojos cerrados por más de media hora intentando conciliar el sueño, pero todo fue en vano, ya que no pudo hacer nada por llegar hasta los brazos de Morfeo y no sabía por qué.

—¡¿Qué quieres?!—Gritó de mala forma, dedicándole una mirada llena de odio al chico rizado frente a él, quien por cierto ignoró todo eso, en cambio le sonrió.

—¡Louis!—Gritó emocionado, lo envolvió en sus brazos, trayendolo hasta afuera de la habitación y finalmente besarle una de sus mejillas.—Quería invitarte al gimnasio.

—¿Estoy gordo?—Hizo una mueca, después levantó su camisa para sobar su estómago. Harry rió y negó, acto seguido lo soltó y también observó su estómago. Era muy bonito, a decir verdad.

—No, pero es para que no lo estés en algún futuro cercano...o lejano.—Dio un leve golpe en las manos de Louis, las cuales aún se encontraban haciendo un masaje circular.—También tendremos una dieta balanceada.

—Que estupidez.—Soltó con sarcasmo y rodó los ojos.

—Sólo me preocupo por nuestra salud. Mi bebé tiene que estar sano.—Pasó su dedo pulgar por la comisura de su labio inferior.

—¿Bebé?

—En 10 minutos nos vamos.

Louis soltó un bufido, y como si fuesen un espejo ambos se dieron la vuelta en direcciones contrarias al mismo tiempo.
Buscó debajo de su cama sus zapatos deportivos y en un intento de ponerlos rápido puso el izquierdo en el derecho y derecho en el izquierdo. Así lo dejó, éstos eran 1 talla más grande por lo que no lo sintió.
Corrió entre los pasillos para dar hasta la cocina y ahí encontrarlo.

—Harold ¿dónde hay botellas de agua?—Subió a una silla y miró sobre el refrigerador, después en la alacena y por último dentro del congelador. El ojiverde rió nuevamente y negó.

—Ya están en la camioneta.

Asintió y regresó a su habitación para asegurarse de que nada se le olvidaba. Lleva su celular, que es lo más importante. Pensó que otra cosa podría llevar a un gimnasio, pero no se le ocurrió nada más. Lo más probable es que allá habrá productos de limpieza y si no es así Harry seguramente los lleva.
Metió unos auriculares a la bolsa de su short y salió, en busca de su esposo, el cual ya estaba en la camioneta, mirando sus ojos en el retrovisor. Cuando se percató de la presencia de Louis le sonrió y ésta vez le dedicó toda su atención.
Una vez que las puertas se encontraban cerradas -como las de la camioneta y la casa- partieron.

—Lindos shorts.—Louis se sonrojo.

—Umm...gracias.—Mordió su labio.—A mi me gustan los tuyos. Tu trasero se ve muy bien con ellos.—Harry rió y esta vez fue su turno de sonrojarse.

Ahora lo único que hacía era dedicarse a mirar por la ventana y ver como los autos desaparecían al igual que las viviendas, las cuales tenían el extraño efecto de estar fusionandose por aquella velocidad con la que avanzaban. Las personas que parecían algún tipo de juguete, las cuales eran arrastradas por un hilo invisible.

Como cualquier mente normal de otra persona que va aburrido hacía un nuevo lugar; comenzó a pensar.

¿Si estuvieras en el lugar de Louis que habría sido lo primero hubieras pensado? ¿Habrías pensado en el amor no correspondido? O quizá en el ruido que hacían tus tripas, rogando por algún almuerzo. No exactamente fue eso, él se encontró cuestionando sus propios pensamientos.

friENDs [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora