Redecorando.

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"Esta bien cobarde, no vengas a ayudarme a redecorar! Ya ni se para que te tengo Jaquee."

Ya teníamos una semana en esto, ella queriendo mover cosas de su lugar y yo no queriendo que lo haga. Por lo menos la amiga, Jaquee, esta renuente a poner un pie aquí, lo mejor que hace, no se si mi genio aguante otra inquisición suya.

"Ughh!" Valentina estaba irritada, hasta en ese estado se veía de lo mas provocativa.

"Cómo se supone que mueva ese estante por mi sola?!"

Oh no querida, tu no vas a mover ese estante de ahí, sobre mi cadáver... Tendría que reconsiderar esa amenaza más adelante.

Tomó un sorbo de aire, se remangó las mangas de su blusa y se dispuso a empujar mi hermoso estante, toda una antigüedad en la que solía tener mi colección de libros. Tenía una guerra conmigo mismo, entre dejarla mover MIS cosas o no. Por más querida que sea para mi, es difícil ver como todo mi mundo, o lo que queda de el, se va cayendo a pedazos. Que pasa si esta casa como la conozco es lo que me mantiene atado? Y si ella se apodera de este espacio yo me desvanezco?

No!

Eso no podía pasar.

Pero por alguna razón yo quiero que Valentina este aquí, a lo mejor ella será el motivo por el cual yo me iré y dejaré este lugar. Irónico.

"Ahh!"

Valentina cayó sentada en el suelo, su pequeña empresa de mover el estante había fallado, no sabía como sentirme, otra vez. Ella ha cambiado muchas cosas por aquí y nada tiene que ver con los muebles. Como quisiera que pudiera verme.

Me acerqué a ella y me acuclille a su lado: tenía los cachetes colorados, el cabello saliendose por todos lados de su cola de caballo y los brazos cruzados sobre su pecho. Miraba fijamente al estante, la causa de su frustración. No pude evitarlo y solté una risa, incluso eso se sentía tan, diferente, tan raro.

Ay Valentina, que estas haciendo con esta vieja alma perdida?

Sin esperarmelo ella volteó su cara hacia mi demasiado rápido. Entré en pánico y me puse en mis pies de inmediato saltando lejos de ella. Una ráfaga de viento azotó su piel y ella saltó del suelo y corrió a su habitación.

No es la primera vez que hago una estupidez como esta. Me pongo en evidencia y luego no se que hacer con mi existencia.

Lentamente llegué hasta la puerta de su habitación, la cual para mi sorpresa estaba completamente abierta, ella estaba sentada en su escritorio usando el computador. Me acerqué, con cautela esta vez, y miré sobre su hombro.

Médium?

Médium!

Oh no, no otra vez. No otro charlatán intentando "conectarse" conmigo.

El espectro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora