La emboscada 1

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Lo primero que siento cuando empiezo a despertar, es el peso de alguien más en mí cama y por un momento casi me espanto, pero luego mí consciencia cae en cuenta que quien está a mí lado ahora -y lo ha estado por aproximadamente dos semanas- es David, el primo de Jaquee.

Nos hemos estado consolando mutuamente. Aunque suene degenerado, siento que soy su terapeuta y viceversa, aunque nuestros problemas no podrían ser más diferentes. A pesar de que no se ha abierto completamente a mí -y no lo culpo, yo tampoco lo he hecho- sé que sus pesares son muchos, si no, por cuál otra razón estaría alejado del mundo? Como yo.

Me escabullo fuera de la cama lo más despacio posible para no despertarlo. Cuando doy unos pasos en dirección al baño, el frío de mí cuerpo me recuerda que estoy desnuda y agarro la primera prenda que encuentro tirada en el suelo: su camisa.

Una vez dentro, cierro la puerta y me cepillo los dientes. Tomo unos minutos para examinar mi cara. Tengo más de un mes que no uso una gota de maquillaje y ya mi color de cabello, rojo falso, se está desvaneciendo, tengo que volver a pintarlo, pero por cosas que no puedo explicar, es lo que menos me importa. También he aumentado de peso, y en toda honestidad, no me molesta en absoluto.

Aún no se como explicar el hecho de que David esté tan enganchado a mí con esta apariencia que tengo. Tiene que ser el hombre más caballeroso del mundo, y muero por sentir cosas por él, pero se me hace tan difícil. No difícil, es algo como imposible.

Quisiera salir a correr, pero me da mucha pereza. Me doy una ducha rápida y ya para cuando termino David está en pie y preparando el desayuno. Y es ahí cuando me pregunto si merezco todo esto.

"Buenos días, hermosa." dice con una sonrisa que derrite.

"Buen día. Como amaneciste?" Le digo sin mucho entusiasmo. Soy la seca entre los dos.

"Estupendamente!" su ánimo es contagioso, lo sería para cualquiera, menos para mí, no en estos momentos.

Me siento en la pequeña mesa y él pone un plato frente a mí, en realidad no tengo apetito, nunca lo tengo cuando acabo de levantarme, pero no quiero hacer que se sienta mal.

Me acabo el desayuno como si hubiese tenido hambre y él me sonríe satisfecho. Misión cumplida.

"Entonces qué quieres hacer hoy?" pregunta mientras friega los platos.

Hace la misma pregunta todos los días y yo respondo lo mismo: "hmm no se." Le doy mi mejor expresión de inocencia.

"Ok." ríe. "Ya se me ocurrirá algo. Voy a tomar una ducha."

Asiento y dejo que se vaya.

Mientras tanto uso ese tiempo para pensar. Necesito arreglar mí vida y no sé por donde empezar: vender la casa y comprar otra? Sería un proceso que puede tomar tiempo, justo lo que no tengo. Comprar otra mientras la vendo? no tengo el dinero suficiente para eso. Pagar renta hasta que la venda? gastaría un montón sin saber cuando encuentre un comprador. Y para ser sincera, ya pasé la etapa de vivir con compañeros de cuarto.

Lo único cierto es que esa casa ha llegado a mí vida para hacer estragos.

Mí teléfono sonando con el timbre más ruidoso que podría existir, y el cual no recuerdo haber puesto, me hace volver al presente.

Es Agatha, y a pesar de que no tengo ánimos para hablar con ella, contesto. Me ha estado llamando mucho recientemente, en otra época de mí vida me lo encontraría muy extraño, pero para mí ya lo extraño es común, así que la dejo que me hable. Le pongo tanta atención como puedo porque a veces la pobre alucina.

"Como ya te dije Agatha, nada podría estar más tranquilo por aquí."

"Me alegro, querida, me alegro!"

Intento mantener la conversación ligera para no perder el hilo, pero ella lo hace imposible. Algo al otro lado del teléfono la tiene como si hubiera tomado mucha cafeína. Escucho ruido y ella interrumpiéndome para dar instrucciones a Dios sabe quien.

"Si quieres hablamos en otra ocasión Agatha, suenas muy ocupada."

"Tonterías! Estoy taaaan aburrida." Aunque ella dice estar aburrida, me da la impresión que es todo lo contrario.

"Bueno, pero de to-" me callo. Agatha susurró algo en el teléfono que no era para mí, y casi podría jurar que dijo Aspen.

"Si, querida?"

"Dónde estás, Agatha?" pregunto un poco frenética.

"En... mí casa!"

Empiezo a caminar de un lado a otro.

"Estás segura?"

Suelta una carcajada. "Y qué te hace pensar que no lo estoy?"

"Acabas de decir el nombre de Aspen! fue un susurro, pero lo escuché!"

"Bueno, yo creo que debes calmarte. No he visto a Aspen desde que te fuiste."

"Mientes!"

Después de un breve silencio ella responde. "No lo hago! Además, qué pasa si he vuelto a ver a Aspen?"

Me río con sarcasmo. "Pasa que estás entrando a mí casa sin mí permiso, eso pasa!"

Ella suelta un suspiro y puedo jurar que es de alivio.

"Para tú tranquilidad, no, no he invadido tú casa."

"Eso espero." aún no estaba tranquila.

"Y cuándo piensas volver?" pregunta como si no estuviera interesada en saber, pero su tono la delata.

"Aún no lo sé. Por qué el interés?"

Resopla. "Ahora no te puedo preguntar cuales son tus planes en la vida?"

Me agarré el puente de la nariz con el dedo indice y el pulgar, " realmente, no quiero discutir contigo ni con nadie, Agatha, así que mejor hablamos en otro momento."

"Bien. Pero dejame saber cuando vas a volver, lo digo porque quiero volver a visitarte!"

"Si, claro." digo, más para mí que para ella.

Nos despedimos y colgamos.

Y es así como termino decidiendo ir a mí casa invadida por un fantasma, otra vez.

Agatha planea algo y lo peor de todo es que no tengo ni la más remota idea de qué es. No puede estar intentado sacar a Aspen, porque a decir verdad ella siente una especie de cariño por él, lo cual no puedo comprender. Pero no sé que otra cosa puede estar ella intentando hacer allí y con el fantasma.

Así que, sin pensarlo mucho, le digo a David que es lo que quiero hacer, para variar. Pero aunque él me prepare el desayuno cada mañana, me entretenga por el día y me haga dormir caliente por las noches, él no vendrá conmigo, hoy no.

El espectro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora