Epílogo

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Hace casi un año que se casaron Yugyeom y Bambam, fue una boda hermosa, justo como el coreano se lo prometió a su marido.

El tailandés se había convertido en un diseñador reconocido en gran parte de Seoul, y aun le faltaba más por lograr. Era tan feliz, sus sueños se estaban cumpliendo, le iba muy bien en su trabajo y su matrimonio era perfecto.

Hace unos cuantos meses el mayor fue a Tailandia para arreglar sus diferencias con sus familiares y las cosas habían resultado bien. Sus tíos se disculparon por haberlo alejado de su familia cuando más la necesitaba. Pero Bambam no podía negar que si eso no hubiese pasado su vida no fuera tan feliz como lo es ahora. Además de alguna manera estaba agradecido de que sus tíos le hubiesen pagado sus estudios y su estancia en corea porque de esta forma pudo graduarse y tener el trabajo de sus sueños. Prometieron juntarse una vez al año como familia ya que por el trabajo del tailandés y la distancia no podía permitirse viajar mucho a su país natal.

Yugyeom tenía una academia famosa en Seoul donde cientos de personas querían inscribirse, desde niños hasta adultos. Amaba su trabajo, amaba bailar y enseñarle a la gente era un placer. Y la mejor parte era sentir ese orgullo de ver como sus estudiantes prosperaban y llegaban a ser reconocidos como buenos bailarines gracias a su gran instructor. Bambam de vez en cuando que no estaba ocupado iba a visitar la academia y se asombraba cada vez más de los logros de su marido.

El tailandés entró a su enorme casa, que había comprado hace algunos meses, después de un viaje que había hecho por su trabajo. Soltó una carcajada cuando vio el desastre que había desde el baño a la sala. El piso estaba mojado, había espuma por los muebles y el blanco sillón estaba tapizado por huellas de perro. De seguro Yugyeom intentó bañar a una de sus mascotas y terminó en ese desastre. Escuchó algunos quejidos y ladridos en el baño y supo donde se encontraba. Dejó sus maletas de lado y fue hasta el baño.

-¿Qué estás haciendo Yugyeommie?- el mayor preguntó cuando llego al marco de la puerta del baño. Yugyeom parecía luchar con todas sus fuerzas para que el animal se quedara dentro de la bañera y no volviera a salir corriendo del baño como hace algunos minutos. Pero en cuanto el perro escuchó la voz de su amo se soltó del agarre del menor y saltó de la bañera para derribar al tailandés.

-Tu perro me odia, siempre me ignora cada vez que lo llamo y tú apenas abres la boca y ya está encima de ti- el coreano soltó un bufido, Bambam rió y se levantó del piso.

-Anda, deja que Yuggie te bañe- acarició la mojada melena del perro y este obedeció y volvió a la bañera.

-A él si le haces caso ¿no?- Yugyeom miró al animal con indignación mientras que este solo movía la cola y sacaba la lengua.

-Estas peleando con un perro Gyeommie- Bambam soltó una melodiosa risa y se sentó en la pierna de su marido, pero se arrepintió cuando sintió su trasero enfriarse porque los pantaloncillos de Yugyeom estaban empapados de agua.

-Te extrañé- el menor se acercó a la boca del tailandés y lo besó después de dos semanas que no lo había visto.

-Solo fueron algunas semanas- rió el contrario y volvieron a juntar sus bocas perdiéndose en el sabor de cada una, se habían extrañado demasiado. El ladrido de un perro hizo que se separaran. –Quiere que le pongas atención- sonrió el mayor y se levantó de la pierna del pelinegro.

-Solo quiere seguir burlándose de mí y hacerme sufrir- rió el coreano.

-¿Dónde está Brownie?- preguntó Bambam divertido, el menor suspiró y rodó los ojos.

-Te dije que no le pusieras así- dijo Yugyeom avergonzado. Brownie era el pequeño cachorro que Bambam le regaló a su marido hace varias semanas y el tailandés lo nombró de esa manera por la obsesión que tenía el coreano con Chris Brown. –Está dormido, no pude bañarlo, si crees que bañar a tu perro es difícil deberías saber cómo corre y salta ese cachorro, no lo vuelvo a subestimar por ser pequeño- soltó un suspiro.

-Eres un desastre Gyeommie- Bambam rió y besó la mejilla del menor. –Estoy muy cansado, voy a bañarme y voy a dormir, te espero en la cama- guiño el ojo y salió del baño.

-No te acuestes sin cenar- gritó desde el baño y continuó bañando al perro.

Bambam entró a la amplia habitación y tomó una ducha rápida, se había quedado sin energías desde que llegó de su vuelo y lo único que quería era acostarse en esa grande y cómoda cama. Se puso su bata para dormir y se dejó caer rendido, pero antes de que cerrara los ojos Yugyeom apareció con una bandeja de comida hasta su cama.

-Te dije que no te acostaras sin cenar amor, no me gusta que te saltes tus comidas- se sentó en la cama y le ayudó al más bajo a sentarse. El mayor estaba tan cansado que no pudo evitar recostar su cabeza en el hombro del menor.

-Gracias por la pizza congelada- rió el tailandés.

-Lo siento, sabes que soy un terrible cocinero- Yugyeom sonrió. Tomó una rebanada de pizza y la llevó a la boca del mayor, este rió y abrió su boca como si fuera un niño pequeño. Así fue con el resto de la pizza y su bebida.

-Me tratas como un bebé Gyeommie- dijo el mayor cuando Yugyeom limpió los restos de comida de la conmistura de sus labios con una servilleta.

-Eres mi bebé- el coreano besó con ternura los labios de su pareja y sonrió. –Te tengo una sorpresa-.

-¿De qué se trata?-preguntó curioso el más bajo.

-Quiero darte ese viaje de bodas atrasado que te mereces y que no te pude dar por estar ocupado en el trabajo, finalmente he tomado un descanso y quiero tener unas vacaciones relajantes contigo, nos la merecemos- soltó el menor, Bambam sonrió y besó la mejilla del contrario.

-Me parece maravilloso pero, ¿quién va cuidar a los perros?- preguntó el mayor.

-Ayer le llamé a Mark, le conté sobre mis planes y se ofreció a cuidarlos, además Suni quiere conocerlos, y problema resuelto Bambie, ahora podré pasar más tiempo contigo- besó su hombro con delicadeza hasta llegar a su cuello y dejar pequeños besos castos en el. –Te extrañé mucho dulzura- ronroneó en su cuello embriagado por el dulce aroma de su pareja.

-No esta noche Yuggie, me estoy muriendo de sueño- suspiró el tailandés con sus parpados a punto de cerrarse.

-Bien, pero mañana no te salvas cariño- besó los parpados cerrados de su chico con delicadeza y lo recostó en la cama- Dulces sueños, te amo- susurró y besó una vez más esos suaves y carnosos labios que poseía el mayor.

-Yo también te amo- susurró de vuelta el más bajo antes de caer dormido en la cama con una sonrisa en su rostro.

Yugyeom sonrió y se acostó a su lado dejando que el mayor lo usara de almohada. Su mirada siempre llena de amor y cariño cada vez que veía al chico del cual se enamoró cuando apenas eran unos adolescentes. Sonrió con más intensidad al saber que ahora era su marido y vivían la vida como siempre la habían soñado, llena de felicidad.

Happiness ; YugbamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora