Ya han pasado varios meses desde que Yugyeom y Bambam comenzaron a salir.
Yugyeom siempre consentía a su novio. Aprovechaba cuando estaban solos para chiflarlo con sus besos y abrazos. El tailandés se la pasaba de maravilla, Yugyeom no tanto.
Sí, Yugyeom se había dado por vencido y se dejó llevar por su pequeño novio. Hizo lo que quería, mantuvieron su pequeña relación en secreto. Cuando estaban solos eran la pareja más dulce y tierna que pudiera haber. Pero cuando había alguien más se trataban como completos desconocidos.
El coreano se sorprendía cada vez más con la actitud de su pareja. Le sorprendía lo frío y distante que podía ser. Como si fuera alguien más. Cómo podía ser tan dulce y cariñoso en las tardes-noches que pasaban juntos y después ser tan amargo e indiferente cuando compartían espacio con alguien más.
En cierta manera lo lastimaba. Algunas veces creía que el supuesto amor que Bambam le tenía no era real. Eso le estaba haciendo entender el chico.
Yugyeom amaba a Bambam. Lo amaba demasiado. Quería que el mayor se diera cuenta de eso.
¿Qué acaso es más importante la opinión de los demás que tu propio novio?
Yugyeom últimamente quería decirle eso al recientemente pelirrojo. Pero obviamente no se atrevía.
La tristeza y el cansancio se notaban en los ojos del menor. Ya casi no le hallaba sentido a su noviazgo. De vez en cuando pasaba noches enteras sin dormir de sólo pensar en ello.
Y siempre llegaba a la misma conclusión. Terminar la relación.
No quería hacerlo, no quería dejar a Bambam, él era todo lo que tenía y quería.
Pero tenía que hacerlo, por el bien de los dos.
El pelinegro sabe que le está haciendo un mal al tailandés, se supone que debería de ayudarlo y sólo hace lo contrario.
Yo sólo le estoy haciendo daño. Tal vez si nos damos un tiempo él reflexionará sobre sus inseguridades y podrá salir por sí solo.
Tal vez
Los pensamientos de Yugyeom fueron descaradamente interrumpidos por nada más y nada menos que el dueño de estos. Bambam.
-No pongas esa cara Gyeommie, sabes que no lo hago con esa intención- Bambam abrazó al menor con arrepentimiento.
-Lo sé, pero aún así me lástima que seas así conmigo- contestó herido el más alto.
-Lo siento- su novio hizo un tierno puchero.
Yugyeom sonrió débilmente. Era imposible molestarse con Bambam. Ese chico era su debilidad, no podía decirle que no.
Lo cargó en sus brazos cual niño e hizo que lo mirara a los ojos.
-Me lo tendrás que recompensar todo el día ¿entendiste?- sentenció el menor.
-Si amor- Bambam contestó sin pensar, al momento en que se dio cuenta de cómo le había llamado sus mejillas se pusieron rojas.
-¿Acabas de decirme amor?- preguntó Yugyeom con una enorme sonrisa. Las mejillas del contrario se pusieron aún más coloradas.
-Sí, porque eres mi amor- el tailandés sonrió y comenzó a rozar su nariz con la del contrario. Yugyeom sonrió ante tal acto tan cursi.
Pero pronto cayó en cuenta de que estaban solos. Sólo por eso estaba siendo tan cariñoso.
Su sonrisa se transformó en una línea recta, había caído en los encantos de su novio otra vez. Bajó a Bambam delicadamente hasta que sus pies tocaron el piso y se fue a recostar sin ánimos al sillón.
-¡Yah Yugyeom! ¿Qué te pasa?- el pelirrojo sintió una punzada en su pecho, el pobre ingenuo no sabía qué era lo que estaba haciendo mal.
-Sólo estoy cansado, quiero descansar un rato- respondió cortante.
Bambam se tiró en el sillón y se acostó frente a él. Unió sus labios con los del menor pero sintió frustración cuando este no le correspondía el beso.
-Yugyeom, sabes que te quiero demasiado, lo menos que quiero es lastimarte, dime qué te pasa por favor, me duele verte tan triste- suplicó el más bajo.
-¡No me pasa nada!- levantó la voz haciendo que el más bajo se asustara un poco. El pequeño sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, quiso huir de ahí pero Yugyeom no se lo permitió- lo siento, no fue mi intención gritarte, no lo volveré a hacer- lo abrazó arrepentido y lo besó en sus labios con ternura.
Descargó su tristeza en ese beso, le transmitió todo su dolor. Ambos soltaron algunas lágrimas haciendo un poco salado el sabor de sus labios.
Bambam profundizó el beso, intentado demostrarle todo su amor en él, porque realmente amaba a Yugyeom, le lastimaba verlo sufrir por su culpa.
Ambos se separaron y se miraron a los ojos, llenos de lágrimas.
-¿Es por mi culpa cierto?- interrogó el más bajo con su voz entrecortada. Yugyeom no respondió, sólo cerró sus ojos con fuerza y dejó escapar esas lágrimas que aún contenía. -Perdóname- suplicó abrazando al menor. -Perdón por ser el peor novio del mundo, por hacerte sufrir y llorar por mí. No debería ser así-.
-No llores, te dije que no quería que soltaras una lágrima por mí- Yugyeom limpió delicadamente las lágrimas que caían por las mejillas del mayor.
-Te amo Yugyeom- soltó el tailandés cerrando fuertemente sus ojos soltando unas cuantas lágrimas más.- soy un imbécil, te prometo que cambiaré-.
Cuántas veces había prometido eso, Yugyeom ya había perdido la cuenta.
-Yo también te amo- unió sus labios nuevamente acariciando con delicadeza el rostro del mayor.
Yugyeom sólo se dejó llevar por el momento.
Es sólo un beso, nadie puede salir lastimado.
Yugyeom se engañó a sí mismo.
Era obvio que Bambam no iba a cambiar. Tenía que dejarlo ir. Sólo así dejarán de lastimarse. Sólo así podía ayudar a Bambam.
Pero no sería ese día.
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