Confesión

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Frank Ross

Acabó el entrenamiento, estaba hecho trizas, el entrenador sonó el silbato que indicaba que terminó nuestra tortura y a la vez todos soltamos un sonido de alivio.

Fui con Zack a los vestidores, luego nos alcanzó Josh y Jake detrás de él, después de las duchas y vestirnos salimos del campo y estabamos en los pasillos de la escuela; era tarde cómo las 6:00 pm. Nos habíamos quedado hasta tarde a entrenar porqué pronto será la temporada de competencia y Adam (el entrenador) está nervioso y sobre todo porque Josh no estaba hasta hoy, cuando lo vio llegar parecía que estaba contemplando al mismísimo Ángel Gabriel, ahora ya está más tranquilo.

- ¿Vamos por unas hamburguesas? - propuso Jake.

- Excelente idea Jakie, tu que dices Josh... vienes - mi gemelo codeó a un Josh algo cansado.

- Ehmmm... no chicos lo siento, no tengo ganas - hizo un gesto chueco con los labios.

Me concentré en la escuela, tan tranquila y vacía, sus pasillos estaban totalmente en calma, era un tanto siniestro pero no había porque asus....

Pude ver a alguien subir las escaleras, una melena rubia se dejó ver y un sweater rosa, ya vi ese sweater rosa hoy en la mañana.

- Tengo que ver algo en el salón de química, creo que olvidé mi libro - dije mientras me disponía a subir las escaleras - vayan siguiendo los alcanzo después.

Mi hermano lanzó una risotada.

- No habrás perdido tu cabeza y tu dignidad hermano - dijo con una sonrisa burlona mientras se dirigía con Jake a la salida.
Subí rápidamente sin saber en que me estaba metiendo, llegue al segundo piso y no había nadie, es más los profesores del área de matemáticas estaban teniendo una reunión, Sólo subí al tercer piso, la puerta que daba a una azotea estaba abierta, no pensé y entré a aquel lugar, cómo lo sospeche mi rubia favorita estaba allí, sentada en la cornisa de la azotea.

- ¿Que hiciste para terminar en un lugar cómo éste? - dije, sus ojitos me enfocaron a la vez que le sonreía tontamente, sonrisa que me correspondió, aunque carecía de luz la pude notar.

- ¿Que haces aqui? - dijo casi en un susurro, con una sonrisa algo forzada.

- Me gusta la azotea es tan...
refrescante - Sep, soy un tonto.

- Si, refrescante - un silencio reinó el lugar.

- ¿Y tu que haces aquí? - me fui acercando un poco más hacia ella.

- Terminaba de editar las fichas del anuario de éste año y además pronto serán las fotografías, luego vine aquí a relajarme - dijo mirando el horizonte, es tan bonita.

- S-si es muy lindo, tienes mucho que desahogar? - me apoyé en el borde del muro.

- Ufff mucho, si fuera por mí me quedaría toda la noche - apoyó su mentón en sus rodillas.

Quisiera que no tuviera nada que desahogar, porqué significa que está pasando malos momentos.

- ¿Cómo estás ? - me preguntó, sacandome de mis pensamientos.

- Ahora... cansado, nervioso y a la vez felíz - sonreí de lado.

- ¿Nervioso? - lanzó una sonrisa.

- Si, nervioso, me pones nervioso - sólo dije la verdad.

- Quien lo diría, pensé que sólo eras buen amigo y me tenías quizá...
pena- desvió su mirada.

- ¡¿Pena?! Que dices, sólo que me gusta pasar tiempo contigo y ayudarte en lo que necesites...

Se quedó callada, me siento un gran tonto, acabo de revelar lo que siento estoy expuesto pero ella no a mostrado ningún interés, todo lo que decían por ahí es falso, no siente nada por mí, será mejor que corra y emigrar a otro país, quien sabe.

- ehmmm... bueno tengo, tengo que irme - di media vuelta y me disponía a caminar, pero una mano sujetó mi muñeca, hubiera podido safarme si así lo quisiera pero sólo ése acto me debilitó más de lo que ya estaba.

- También me gustas - soltó, estaba petrificado, que carajos! Jamás me había pasado esto es tan... diferente, queria correr y a la vez abrazarla, lo sé que cursi.

- P-podríamos quedarnos juntos, ya sabes por supervivencia, estos tiempos están de locos - sonreí abiertamente.

- Me parece bien - También sonrío, esa hilera de dientes me encanta.

Bajamos hasta el primer piso, el frío se sentía cada vez más, necesitaba comer, tengo hambre.

- ¿Quieres ir a comer hamburguesas?

- Sí, claro - respondió con una sonrisa.

- Entonces vamos, yo invito - dije mientras caminábamos.

- No iba a invitar yo de todos modos - dijo en tono divertido.

- Ya lo sabía - reí un poco.

Hablamos sobre la temporada de campeonato, extrañaba que fuera porrista siempre la veía alentando con todo el corazón... diría que a mi pero sería muy precipitado, digamos que al equipo. Llegamos al lugar, todo el pueblo venía a este restaurante ya que quedaba en el centro junto al parque principal y además cocinan muy bien.

- De que quieres tu hamburguesa - pregunté mientras abría las CocaCola que nos dieron.

- Queso - sonrió, sabía que le gustaba el queso.

- Entonces dos de queso - dije mirandola a los ojos, sus ojos son hermosos,  cuando los miro hasta me podría perder en ellos.

- ¿Desde cuándo te gusto? - preguntó dejándome atónito,congelado.

- Bueno.... ehmmm... pues... es algo complicado - dije mirando a todos lados menos a ella.

- Dime y yo te dire cualquier cosa que preguntes - sonrió inocentemente.

- Bien...- me aclaré la garganta- pues básicamente desde que te vi en las porristas, no sé porqué no podía hablarte, después supe que me gustabas el día de mi cumpleaños, cuando Rachel me besó y tu saliste de ahí me sentí la peor persona del mundo... - todos los recuerdos se venían a mi, Rachel hablando mal de su mejor amiga, besandome y Mia saliendo decepcionada.

- Ella arruinó muchas cosas  - dijo en un susurro.

- No dejes que te afecte - tomé su mano, estaba helada, debía ser por el frío.

- Ya no más, antes era una más de sus monas - esbozó una sonrisa al decir
"Monas".

- ¿monas? - pregunté de forma divertida - te lo a pegado Victoria, verdad?

- Si - lanzó un carcajada.

Después de haber devorado la comida salimos del local, ya eran las 8:00 pm. Insistí en acompañarla a su casa pero sólo me permitió acompañarla unas cuadras más haya del centro...
¿Eso es bueno o es malo?

- Bien, hasta acá llegaste - dijo sonriendo con inocencia.

- Rayos, pensé que podría acompañarte unas cuadras más - dije torciendo mis labios.

- No creo que eso sea posible - dijo rescostandose en una pared, recién me había percatado que la calle por la que estabamos estaba desierta.

- Lástima - dije con una sonrisa de costado y acercándome más a ella, tanto que ahora estaba entre la pared y yo... así es señores esto se llama impulsos.

- Lástima - susurró, sentía su nerviosismo, no podía dejar de ver sus ojos, pero algo me llamó la atención en sus labios, tenía un diminuto casi invisible lunar en la mitad del labio, me daban ganas de....

- Te quiero - solté, me acerqué rápido y la besé.

- Bueno, tengo que irme - dijo con una sonrisa gigante, se acercó y me dio un beso lastimosamente en la mejilla, me a dejado con ganas... joder.

Vi como desaparecía por la calle, queria ir y seguirla hasta saber que haya llegado bien a su casa, pero no podía... me sentia petrificado.

Acabo de perder la cabeza por una rubia

Diferencias AmorosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora