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-¿Por qué jamás hablaste de mí?

-No sé quién eres.

-Ni siquiera me mencionaste ante tus amigos, o aquel sacerdote con el que ibas a confesarte. ¿Por qué fingiste olvidarme?

-No tengo idea de qué hablas.

-¿Te ayudo a recordar?

-¿Acaso es tan importante lo que he olvidado?

-Sí, lo es. Y sabes muy bien que estuve presente en tu conciencia, todos los días de tu vida.

-¿Acaso?...

-Sí. Yo soy el hijo que no deseaste tener. Soy una figura sin rostro en tus pensamientos, y el dueño de éstos desde el instante que te acuestas a dormir.

-Quiero irme de aquí, tengo miedo.

-No, aún no puedes marcharte. No te dejaré descansar hasta que me digas...
¿por qué te rendiste?

Mamá de mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora