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-Me siento mucho más relajada si me tomas de la mano. Siento tranquilidad.

-Me alegra.

-Antes de seguir, me gustaría saber más sobre este lugar, o "la nube", como tú lo has llamado.

-Aquí vivimos en paz los que nunca vemos la luz del sol, los que nos perdemos en el camino, sea cual sea las razones. Es el lugar de descanso para nosotros, los más pequeños.

-Solo veo un infinito vacío blanco, ¿es normal?

-No. Ya que tú eres un alma adulta, no eres capaz de ver más allá del frío ambiente que ahora te rodea, no puedes percibir lo que los más pequeños sí. No ves lo mismo que yo.

-¿Y cómo es la nube para ustedes?

-Es hermosa. Es un lugar ilimitado lleno de árboles y flores bellísimas. Podemos comer lo que deseemos y jugar tanto queramos. Nuestro Padre hace de nuestro hogar un auténtico paraíso. Un paraíso para los olvidados, rechazados, o los desafortunados que se perdieron a medio camino.

-Parece que Padre los quiere mucho.

-Y a ti también, mamá. Ama a todos por igual.

-Siempre me culpé por mí decisión y por el hecho de mentirle a mis padres. Les dije que te había perdido naturalmente durante mi estancia en el internado, pero no fue así... No quería pasar vergüenza. ¡No quería!, no quería ser juzgada por haberme deshecho de ti... Así que tratamos de seguir adelante, como si hubieras sido un simple mal rato. Una piedra en el camino. Me metí a grupos de ayuda que no sirvieron de nada. Nunca le hablé sobre ti a nadie, más que a mis padres, mi padrastro y algunos pocos compañeros del grupo de ayuda. Ni siquiera mis amigos de la oficina sabían la historia completa. Te desaparecí de mi vida, semillita. O al menos lo intenté.

-Mamá, tranquila. Si Dios te ha perdonado, ¿por qué no lo haría yo?

Mamá de mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora