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-Alexa y yo viajamos a la ciudad un fin de semana que nos dieron libre. Recuerdo bien el vestido que me puse aquel día. Porque ese mismo vestido fue el último que usé estando embarazada de ti, semillita. El último contacto suave que tuviste, que sentiste.

-Ese no fue el último mamá. ¿No lo recuerdas?- preguntó el niño.

-No sé de qué hablas...

-Antes de que algo me sostuviera y me presionara, sentí tus manos mamá.

-Yo estaba anestesiada, semillita. No me fijé.

-Inconscientemente tenías las manos sobre mí, mamá. ¿Ves?, ¡sí me querías!, ¡sí me querías!, ¡me querías de verdad!- exclamaba con alegría semillita.

Julie sonrió, llena de tristeza. Se imaginaba un rostro pequeño parecido al de ella, lleno de felicidad, celebrando. Celebrando porque su madre sí lo quería.

Mamá de mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora