Mamá de mentira

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-No puedo verte. ¿Dónde te encuentras?

-No me ves, porque no existo. Es lo que decidiste. Así que jamás te dejaré ver mi rostro. Lo mucho que me hubiera parecido a ti.

-Hablas como un adulto... Además es imposible. Los fetos no hablan.

-Ante los ojos de Dios, yo ya era un ser en camino. Una pequeña semilla a punto de brotar, que tú desenterraste de tus entrañas arrancandome toda posibilidad de crecer. Soy un niño que nunca nació, que jamás respiró el oxígeno, o tocó un pétalo de rosa.

-No eres el único, ¿sabes?, no soy la primera ni última mujer en hacer una intervención quirúrgica de ese tipo.

-Pero tal vez, eres la primera que tiene una oportunidad como ésta, después de la muerte.