27

3.4K 503 32
                                    

Semillita se acercó lentamente a su madre, y colocando una mano sobre la frente de ella, la ayudó. A recordar.

-¡Auxilio!, ¡por favor!, ¡ayuda!

Varios alaridos de dolor provenientes de otro automóvil hicieron que Julie recobrara pronto la conciencia. Se encontraba de cabeza, algo la había golpeado tan fuerte como para voltear su auto y dejarla en ese estado.
Varios trozos de la ventana se habían clavado en su brazo, así que no pudo evitar llorar del dolor.
Miró a su alrededor, pero apenas y lograba entender qué sucedía.
Olía a quemado, y había sangre suya en los asientos. Su frente también tenía un pedazo de vidrio incrustado.

Empujó la puerta con el brazo bueno, pero no cedió a la primera. Lo intentó una vez más, y otra vez, hasta que lo hizo. La puerta se abrió, y Julie salió a rastras del auto, solo para darse cuenta que su pierna también había sido atravesada por un cristal. Lloró, tratando de no entrar en pánico. Miró a su alrededor. Un camión la había impactado.

Solo que no solamente a ella.

A unos metros más, otro automóvil se encontraba volteado, y se escuchaban gritos desde adentro.
La parte delantera se estaba incendiando, y parecía que esa escena iba a acabar muy mal.
Una mujer imploraba a los espectadores que alguien la ayudara. Julie supo enseguida que esa mujer era la conductora del otro automóvil afectado.

Julie se puso de pie con mucho esfuerzo, y jadeando, se acercó a la mujer.

-¿Está bien, señora?, tenemos que alejarnos de estos autos... El suyo está a punto de estallar.

-¡No!, ¡no lo entiendes!, ¡mi hijo está allá adentro!, ¡no logró salir!, ¡ya intenté ayudarlo, pero se atoró!

-Tranquila, los bomberos llegarán pronto.

-¡No!, ¡no habrá tiempo!- lloró la mujer, y acto seguido cayó al suelo, envuelta en llanto.

Julie miró al automóvil de la mujer. Era pequeño, y con lo poco de espacio que había entre la puerta y el suelo era muy difícil que el niño saliera. Pero podía intentar otra cosa.
Julie fue a la puerta del copiloto donde estaba el niño, se agachó,y encontró que estaba aplastada, así que no habría forma de abrirla. Sin embargo, la ventana estaba rota, y era fácil que alguien pequeño saliera por ahí.

-¡Niño!, ¿me escuchas?

La pequeña mano salió por un hueco de la ventana.

-S... Sí...

Ese niño no podía tener más de cinco años. Era prácticamente un bebé el que se encontraba atrapado.

-¿Puedes arrastrarte hacia el otro lado?, ¿hacia la puerta del piloto?

-No... Cinturón... Cinturón roto.

Julie entendió entonces que aunque el niño quisiera salir, no podría.
Con suma rapidez, volvió a su automóvil, abrió la puerta trasera y buscó una pequeña caja de herramientas que siempre llevaba a todas partes por si el auto se averiaba. Gracias a Dios había unas tijeras.

Regreso al automóvil donde estaba el niño, y dio la vuelta hasta la puerta del piloto. A rastras, y tras haber perdido ya mucha sangre, se abrió paso entre los muebles apretados hasta el asiento del copiloto. Encontró al niño, volteado, con algunas heridas en la cara pero nada grave.

-¡Voy a cortar el cinturón!, ¿me oyes?, sostén tu cabeza con las manos para no lastimarte al caer.

El niño hizo lo que Julie dijo, y al caer solamente se escuchó un "¡Ouch!"

-Ahora quiero que te arrastres por la ventana que está junto a ti. Está rota, solo tengo cuidado con los vidrios. Cuando salgas, quiero que vayas con tu mami. ¿Puedes hacer eso?

Y así lo hizo el pequeño.

Julie comenzó a arrastrarse hacia atrás, lentamente. De pronto, ya no había tanta visibilidad como antes, por el humo. Lo último que Julie vio a lo lejos antes de la explosión, fue a la madre del accidente abrazando a su pequeño hijo.

Mamá de mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora