Capítulo 25

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Al salir del elevador en mi piso, lo primero que veo es al guardaespaldas de Allen parado junto a mi puerta.

¿Pasó algo?

Mi corazón se acelera, y Jeff se pone alerta.

-¿Ocurrió algo?-Pregunta Jeff.

El guardaespaldas al que jamás le he preguntado su nombre me mira un segundo para después regresar su mirada a Jeff.

-El señor Vianco esta adentro-

Ah, claro. ¿Cómo no lo imaginé?

Le pido mi celular a Jeff y veo que tengo más de diez llamadas perdidas de Allen y más de veinte mensajes.
Imagino que esta enojadísimo, seguro esta noche no dormiremos nada pues esta noche será para discutir.

La verdad es que estoy muy cansada y no quiero nada de problemas. Solo deseo descansar...

Suspiro ya resignada por lo que va a pasar en cuanto ponga un pie en mi departamento.

Me despido de los dos hombres y entro a mi departamento.

Tengo que prepararme mentalmente para lo que va a pasar. Sé que mi marido estará muy enojado y me contagiará su enojo, lo cual tendré que evitar, pues estoy tan casada, que mientras subo en silencio las escaleras al segundo piso pienso en cómo decirle que se calle y me deje dormir.

No escuchó nada, es como si estuviera sola, mis bebés están tan dormidos que no se inmutaron de mi presencia. Si el guardaespaldas de Allen no me hubiera dicho que él estaba aquí, pensaría que estoy sola.

¿Por qué no se me ha acercado? ¿Esta esperando a que lo encuentre para explotar y regañarme?

Estoy nerviosa.

Abro la puerta de mi habitación. La luz esta prendida, pero sigo sin escuchar nada. Inspecciono a mi alrededor, pero todo sigue como lo deje, lo único diferente es ese enorme humano sentado en mi sillón junto a la ventana... Mi amor esta dormido.

No puedo creerlo.

Siento un alivio enorme.

¡Sí! ¡Esta noche voy a dormir bien!

Tengo que ser muy silenciosa, si mi hermoso marido se despierta, será mi perdición.

Busco mi pijama, cuando ya la tengo, me encierro en el baño, me visto y limpio mi rostro.

Cuando salgo y me aseguro que mi marido sigue dormido en el sillón, lo primero que pienso es que debo de cubrirlo con una cobija, aquí esta frío, no quiero que se vaya a enfermar... La verdad es que lo quiero tanto, que ni siquiera me debato entre cubrirlo o no, porque ya lo he hecho. Mi Allen preciosos ya esta cubierto con mi cobija favorita.

No puedo estar enojado con él cuando esta dormido, porque se ve tan tierno... Es el Allen que quiero conmigo toda la vida, el sereno y tranquilo Allen. El que no grita ni demanda nada.

Ahora que lo veo aquí, en la misma habitación que yo, es que me doy cuenta de cuánto extraño dormir junto al amor de mi vida, pero esto no es mi culpa, es toda culpa suya, él arruinó nuestra relación. Lo malo de eso, es que yo lo amo, y superar ese sentimiento tan grande es casi imposible para mí. Quisiera que él no estuviera dormido en el sillón, sino aquí conmigo, en la cama.

Extraño los primeros días de nuestro matrimonio en los que todo estaba bien. Él lograba hacer lo que nunca nadie pudo hacer conmigo; hacerme feliz. No hay nada tan terrible y doloroso, que la persona que amas te engañe, siendo la peor parte el engaño, obviamente, pero agregándole el engaño que ha hecho público. La vergüenza que siento nada mas en pensar que miles de personas sabían que mi marido me engañaba cuando yo solo podía amarlo es un sentimiento abrumador...

Te odio... Con amor IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora