Capítulo 31

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No me habla, es como si yo no estuviera sentada a su lado, hombro con hombro.
Aunque también me pregunto, porqué si no quiere hablarme, ¿por qué diablos se ha sentado junto a mí? Tiene todo el maldito avión para sentarse y decidió sentarse conmigo. No entiendo a este hombre...

Como él había dicho, fue por mí y mis cosas a las siete. Todo fue muy rápido.

Me siento muy incómoda, Allen me hace sentir incómoda. Él siempre era bueno conmigo, ahora desearía que ese Allen amoroso y platicador estuviera conmigo, pero lo único que puedo tener es al que tengo a mi lado.

Decido que lo mejor es que intente dormir....
No quiero tener que soportar más tiempo la incomodidad que mi marido esta haciéndome sentir.

Intento relajarme y no pensar en nada, lo cual me cuesta mucho pero al final sí lo logro.

...

Después de dos horas y media, llegamos a Chicago... Es de noche, las calles comienzan a quedarse vacías, así que el camino a la casa de Allen es muy corto.

Mi marido se ve cansado, va recargando la cabeza en la ventanilla con los ojos cerrados. Quisiera que entre nosotros todo estuviera bien, así yo no tendría tantas ganas de abrazarlo y besarlo ahora que se ve tan tranquilo.

¿Por qué todo tiene que ser siempre tan difícil?

Al llegar a casa, Allen se baja pidiéndole a Jeff que se encargue de mis cosas mientras que a mí, me hace un gesto poco expresivo para que lo siga.

Me sé el camino a su habitación... Sé que no me dejará dormir en otra habitación aunque se lo ruegue, eso ya lo he aprendido.

Antes de seguirlo a las escaleras, me desvío y camino a la habitación de mis bebés, en donde veo que todo ahí sigue igual. Dejo a mis bebés en el suelo y los veo explorar la habitación por unos segundos.

Son tan adorables.

Ver a mis bebés jugar entre ellos me recuerda y me hace imaginar que en unos meses tendré a un bebé en mis brazos... Eso me emociona mucho y ahora que lo pienso siento mariposas en mi estomago de la emoción, lo único que sí me preocupa, es que Allen no sea el padre que yo pensé que sería para mis hijos...

Salgo de la habitación y subo las escaleras con lentitud.

Mi marido está bañándose, así que yo aprovecho este momento a solas para prepararme mentalmente a que dormire con un asesino, con el asesino que amo...

Cómo es que lo sigo amando después de todo lo que me ha hecho. En verdad que no lo entiendo. ¿Esto es amor? Así se siente... Pues si esto es amor, el amor es una mierda. En mi mundo el amor es una montaña rusa extrema; sube, haciéndome sentir cosas hermosas por unos cortos metros, que después baja con alta velocidad por largos metros, luego se mantiene por los suelos representando el dolor que ahora siento.

¿Cuánto más tendré que soportar? Esto no me gusta, esto duele y no ayuda nada, ni la nieve me ayuda a sentirme mejor. ¿Cómo cuidaré de mi bebé si yo no puedo cuidarme a mí misma?

Me quedo sentada en la cama, tratando de quedarme con los buenos recuerdos que tengo con mi marido, que tantos tengo y a ninguno puedo aferrarme, todos son opacados por el recuerdo de Allen sosteniendo un arma...

Entro a mi closet y veo que tengo varias cosas nuevas... Bueno, supongo que son para mí, algunas prendas aún tienen la etiqueta. Observo con detalle los vestidos que ahora descansan en mi enorme closet. Son tan bonitos, son sencillos pero hermosos... También tengo zapatos y algunas camisas.
Que mi marido me haya comprado esto me parece lindo, y por un momento me olvido de todo lo que ha pasado. Allen es bueno, sólo que él mismo se aferra en ocultarlo y yo no entiendo porque, ya un tiempo fue bueno, o por lo menos yo así lo creí.
Deseo abrazarlo y agradecerle por haberme comprado prendas tan lindas, pero no me atrevo...

Te odio... Con amor IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora