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Uno.

Dos.

Tres sonrojos.

¿Cómo podía lograr causar tanto movimiento en mi? Marco lo notó y acarició mi mejilla.

–No sé porque pienso que en mi vida pasada estuve contigo o algo similar.

–Yo también –Dije de impulso y cerré los ojos, no podía ser tan boba para la vida–

–¿En verdad? Pensé que estaba loco –Ríe– Me imagino que nos besabamos como dos idiotas enamorados en la luna y que nadie podía tocarnos, podía separarnos... Wow, sería tan bonito tener algo contigo.

–Apenas nos conocemos Marco –Entré en carcajada–

–Se podría intentar...

–Está esperando un hijo –Tomé una botella de CocaCola de la nevera y lo único que hizo fue tomarla para levantar de esta a lo alto– ¿Te aprovechas de mi poca estatura, no?

–Puede decirse que si.

Minutos luché contra él para que pudiera darme mi bebida e irme pero por lo visto me quería ver junto a él.

–¿Puedo h... –Unió sus labios con los mios–

Cuánto extrañaba está sensación.
Estos movimientos.
Este sabor inexplicable.
Extrañaba a Marco como a ningún otro.

–El paraíso está perdiendo su puesto por tus labios –Bajé la cabeza sonrojada–

–No, esto está mal muuy mal, tienes novia y un hijo en espera
–Comencé a calcular todo y como podía ser pero él tomó mi mano y logro esa sensación de calma–

–Marian ya no importa aquí.

–Pero tu hijo si.

–Puedo tener a mi hijo sin Marian.

–No, no puedes –Digo cruzándome de brazos– Ese niño debe estar con su madre.

–¿Y si su madre solo quiere matarlo?

–¿Cómo?

–Nada, eso no importa –Se enojó y su rostro lo denotaba todo– Hablamos después.

¿POR QUE SOY ASÍ?

Me calmé y salí a la fiesta. Denis estaba hablando con los chicos y algunos de estos se encontraban en la pista de baile.

Y decidí unirme. No podía perder está noche.

Entre risas, cantos enloquecido duramos allí como unos treinta minutos.

Mi cuerpo no daba para más y me senté.

Marco estaba solo sentado viendo cómo todos disfrutaban y se negaba a las invitaciones.

¿Se negaría a la mía?

Me le acerqué y él sonrió. Al parecer su humor erratico había desparecido.

–¿Bailamos? –Se ofreció–

–Me duelen un poco los pies –Digo buscando la manera de que insista y lo logré–

–¡Vamos Cristal! –Se levantó del sillón–

–¿Recuerdas mi nombre?

–¿Cómo no recordarlo? ¿Por qué cada vez que digo tu nombre o digo algo de ti preguntas?

–No, por nada –Tomé su mano– Ahora disfrutemos de la noche.

–¡Marco! –Detuvieron la música– Georgina está llevando a Marian al hospital, está teniendo contracciones.

–Pero si no puede dar a luz ahora... –Dijo Marco y todos le gritamos vete de una vez idiota– ¿Me acompañas?

–¿Qué? ¿Yo? No no no, Marco debes irte...

–Bueno... –Dijo no tan convencido–

–Ve con él, necesita de alguien y está contigo, aprovecha este momento.

Asentí y corrí a su auto que todavía no había sido encendido.

–Vamos.

Sonrió.
Dios, que sonrisa tan perfecta.

Sé mi favorita [Marco Asensio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora