Los rayos del sol se filtraban por el medio de las cortinas, ya eran pasadas las diez de la mañana pero Diego aún seguía en la cama.
El calor y los reflejos de la luz solar comenzaban a molestarle, así que sin mucho ánimo se levantó de la cama.
Con desprecio abrió las cortinas y las puertas que daban al balcón para reprocharle al sol, y al intenso calor del verano, el haberle despertado.
El pequeño balcón de su habitación tenía vista hacia la parte trasera de la casa y al lago y sin embargo aquel hermoso paisaje no fue capaz de aplacar su mal humor matutino.
Luego de tomar un refrescante baño, se vistió con bermudas y decidió bajar para desayunar.
En el piso de abajo, el resto de su familia se encontraba realizando diferentes tipos de actividades: su hermano estaba concentrado en la computadora revisando su correo, su madre empacaba algunas cosas en un pequeño bolso y su padre buscaba por doquier las llaves de la camioneta.
-Buenos días- saludó secamente mientras se dirigía a la cocina
-Buenos días cariño- le respondió su madre dulcemente
Al llegar a la cocina se percató de que no había nada para comer preparado.
¿Ya desayunaron?- preguntó Diego
Por su puesto que si- contestó su padre de mal humor mientras buscaba las llaves debajo de la mesa- ¿Acaso pensaba la princesita que le llevaríamos el desayuno a la cama?
Primero, no me digas princesita- respondió Diego sin dudar, ya había conseguido alguien con quien descargar su mal humor- Segundo, me conformaba con que me dejaran algo para desayunar, pero por lo visto te lo comiste todo tú, la panza te delata. Y tercero aquí tienes las llaves- dijo tomándolas del pequeño cuadro enfrente de su padre que decía Llaves.
Diego estaba perfectamente consciente de que no había más nada en el mundo que hiciera enfadar a su padre que el hecho de que su hijo le haga pasar por idiota, por lo tanto ya tenía su cuota diaria de satisfacción.
-Amor vámonos que llegaremos tarde- intervino su madre al percibir una próxima pelea entre su esposo y su hijo- Diego en la lacena hay pan, puedes comer un Sándwich.
A duras penas Katherine Cohen logró arrastrar a su marido fuera de la casa, quien mantenía una expresión de ira dirigida hacia el menor de sus hijos.
-Bien hecho hermano, tan temprano y poniéndolo de mal humor. Menos mal que va a estar fuera todo el día- comentó Daniel una vez que sus padres salieron de la casa
-No es mi culpa, el comenzó. Y por cierto, a dónde van- preguntó sin mucho interés.
- Van a un paseo en lancha por todo el lago
-¿Y qué se supone que vamos hacer nosotros todo el día?- indagó a gritos Diego mientras preparaba su desayuno desde la cocina
-Pues quizás podríamos ir a dar una vuelta por el centro comercial.- sugirió casualmente Daniel.
-Cualquier cosa con tal de no estar encerrados
Después de desayunar, ambos hermanos se dirigieron al centro comercial del pueblo. Hicieron el recorrido a pie.
La verdad es que llamar a aquello pueblo era una exageración por parte de Diego, aquel lugar con el paso del tiempo se había convertido en una ciudad miniatura. Tenía bancos, plazas, restaurantes, transportes y un centro comercial inmenso. Todo esto debido al aumento de turistas que venían de la ciudad a vacacionar allí.
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Mariposas Negras
Teen FictionDiego Cohen es un joven apuesto y de carácter fuerte que tiene una vida perfecta, hasta que su padre lo obliga a pasar sus vacaciones de verano en el viejo lago dónde solía ir con su familia. Allí conoce a Luna, una chica completamente distinta a él...