Caminaba de un lado a otro en la sala de espera. Buscaba en su mente señales, palabras, algo que le ayudara a entender.
La madre de Luna se encontraba con ella en terapia intensiva, Perla se había negado a decirle cualquier cosa y Natasha simplemente no paraba de llorar.
Sabía que algo grave estaba pasando y necesitaba descubrir qué era.
Poco a poco intentó hacer memoria en las palabras, gestos y todo aquello que había compartido con Luna. Pero no hallaba nada.
Entonces, desesperado se acercó a Natasha y tomándola bruscamente por los brazos la obligó a mirarle.
-Me vas a decir ahora mismo qué es lo que está pasando.- exigió casi en un grito y lastimando a la joven.
Daniel, que había estado consolando a la muchacha, se levantó en su defensa.
-Diego suéltala- ordenó mientras tomaba una de las manos de su hermano para intentar apartarlas de los ya rojizos brazos de la chica.
-No la voy a soltar hasta que deje la lloradera y me diga de una buena vez que es lo que tiene Luna.
-Diego, si no la sueltas ahora mismo te juro que…
La amenaza de Daniel se vio interrumpida por el grito de Perla
-¡Ya basta! Por si no se han dado cuenta están en un hospital.
Diego ni se molestó el voltear a verla, su atención seguía fija en la pelirroja quien había alzado el rostro empañado en lágrimas.
-Ella… ella no quería que nadie supiera nada…- fue lo único que pudo pronunciar-… yo nunca estuve de acuerdo con eso.
A medida que la joven hablaba, Diego fue soltándola y ésta pudo sentarse en una de las frías y metálicas sillas del hospital.
Daniel le ayudaba a recobrar la compostura mientras Diego recordaba. Aquellas palabras lo habían transportado un mes atrás a la fiesta de verano del club y a una discusión que había escuchado sin querer:
-¡No tienes por qué ponerte así!- exclamaba Luna tratando de calmarla.
-¿Cómo qué no? ¿Acaso te has vuelto loca? No puedo ayudarte si no te dejas ayudar, cada vez estas peor y en vez de buscar ayuda lo único que haces es empeorar la situación- gritaba exasperada Natasha
-Tú sabías muy bien cuales eran mis planes al venir aquí y no pienso cambiarlo, ya no hay nada que pueda hacer- ahora era la joven de cabellos dorados quien comenzaba a alterarse.
-Esto es una completa estupidez y si piensas que voy a apoyarte, no lo haré. No puedo ver cómo te haces esto. ¡Cuando madures y decidas hacer algo por ti misma, llámame!
-¡Natasha! ¡Natasha!- comenzó a llamarle Luna, mientras la otra joven se alejaba con paso apresurado
Diego se puso de cuclillas para estar a la altura de Natasha.
-Háblame de esa discusión que tuvieron en la fiesta el club. ¿Qué es eso con lo que querías ayudar a Luna? ¿Cuál es esa situación?
Natasha abrió los ojos con desmesura al recordar la conversación y percatarse de que Diego las había escuchado.
Supo entonces que ya no había nada más que hacer, era imposible seguir ocultándolo.
-Nosotras discutimos porque… bueno lo que pasa es que –no encontraba las palabras para explicarle-…Luna está enferma.
-Gracias por resaltar lo obvio. ¡Claro que está enferma! Pude notarlo hace rato. Quiero saber qué es lo que tiene. – Diego comenzaba a exasperarse por la actitud de Natasha.
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Mariposas Negras
Novela JuvenilDiego Cohen es un joven apuesto y de carácter fuerte que tiene una vida perfecta, hasta que su padre lo obliga a pasar sus vacaciones de verano en el viejo lago dónde solía ir con su familia. Allí conoce a Luna, una chica completamente distinta a él...