Capítulo 12: La fiesta no termina

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Trepar la gran edificación de piedra donde vivía Luna había sido para Diego como una película de Misión Imposible.

¿Quién cree Luna que soy? ¿Tom Cruise?

Escaparse de su casa para cruzar el lago y llegar a casa de Luna no había sido tan difícil. Ahora comprendía porque su hermano mayor les había dado a sus padres la habitación más apartada y le había cedido a él una cuya ventana lindaba con el patio trasero.

Sabía perfectamente cuál era la habitación de Luna, anteriormente había estado allí un par de veces. Claro que esas dos veces fueron muy cortas gracias a la madre de Luna que siempre se inventaba algo para sacarlos de la habitación.

Cuando por fin pudo alcanzar la ventana, ya estaba agotado.

Como pudo terminó de subir y metió su cuerpo por la ventana, cayendo de forma estrepitosa contra el frío suelo de la habitación.

Luna quien había estado esperándole sentada en su cama, se levantó rápidamente para ayudarle a incorporarse.

-¿Estas bien?- le preguntó un poco preocupada.

-Sí, al menos no me rompí nada. Sería el colmo que después de haber sobrevivido a la sesión de Rápel sin cuerdas, me lastimara entrando por tu ventana.

Luna sonrío un poco apenada.

-Lo lamento. Pero me alegra mucho que estés aquí.

Diego tomó el rostro de Luna y la besó suavemente.

A pesar de todo, estaba feliz de estar allí. Aquella habitación era acogedora y por todas partes tenía ese olor dulce y a la vez floral de Luna.

Estaba pintada en un tono crema y en las paredes tenía pegadas todo tipo de fotos. Aquello le causaba mucha curiosidad.

Diego, extrañado por el collage de fotos sin sentido en todas las paredes, no se había percatado de que Luna se encontraba sentada en medio de la inmensa cama matrimonial y lo miraba expectante.

Siguió a la joven y se sentó a su lado.

-¿Por qué tienes tantas fotos regadas por todas las paredes?

La joven fijó su vista en las paredes de su habitación deslumbrada por su decoración, era como si nunca antes las hubiera visto.

-Diego, las fotos no están regadas- repuso suavemente- Si te fijas bien, tienen un orden. Comienza en aquella pared con algunas fotos mías de bebe- apuntó la chica señalando la enorme pared color crema en donde se encontraba la ventana cortando el hilo de las fotos.

Ahora que Diego se fijaba mejor, comprendía el orden. Pared por pared las fotos eran como un álbum que contaba una historia.

Había fotos de Luna en pañales, en el colegio y algunas del instituto.

Siempre rodeada de amigos y sonriendo.

Pero fueron las fotos de la última pared las que más llamaron su atención.

La pared que estaba detrás de la cama mostraba una nueva faceta de Luna. Estas fotos mostraban un lado más salvaje y aventurero, desde Luna tomando un shot de Tequila en una fiesta, hasta fotos de ella en el borde del Gran Cañón en Arizona.

Sin embargo, aquella pared tenía una línea invisible y perfecta que separaba las fotos de un espacio completamente en blanco.

-¿Y las fotos de ese lado?- preguntó Diego refiriéndose al espacio vacío.

-Es para mis últimas fotos- respondió con una sonrisa

Apartándose un poco de Diego, abrió la mesita de noche que tenía en lado derecho de la cama. De allí sacó un pequeño sobre blanco y se lo ofreció a su acompañante.

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