32. Todo tiene que cambiar

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No sentí dolor.

Tampoco sentí la bala entrar en mi cuerpo, a pesar de que sabía que había llegado a mí. Sucedió tan rápido que Payton no tuvo oportunidad de atravesarse, aunque lo intentó. Solo logró sostenerme. La sorpresa del disparo había provocado que me tambaleara.

Bajé mi vista a mi hombro donde se suponía que la bala había entrado, pero no había nada. No se veía una herida de entrada y tampoco una de salida. Lo único que pude ver fue un punto rojo antes de que la herida sanara por completo sin siquiera darle la oportunidad a mi cuerpo de que sangrara.

No sé cuál de todos lucía más sorprendido; Scott, Melissa o Matt. Quizá Matt porque él no esperaba que pudiera sanar tan rápido. Ni siquiera un hombre lobo era capaz de sanar de esta forma ante una herida de bala.

— ¿Qué...? —Matt no completó la oración.

— Scarlett, ¿estás bien? —preguntó Melissa. Ella lucía histérica y horrorizada por lo que estaba sucediendo.

Asentí.

— Falló. No me dio, lo juro —aseguré para tranquilizarla. Aunque quizá fue para tranquilizarme a mí misma.

Matt inhaló con fuerzas y se dirigió a los demás, obligándolos a caminar hacia la zona de las celdas. Yo fui la penúltima en salir del recibidor porque eché un vistazo hacia el lugar donde había estado de pie cuando me dispararon. De la única forma en la que supe que me habían disparado realmente era la bala incrustada en la pared cuando salió de mi cuerpo.

En la zona de las celdas fui capaz de ver al sheriff esposado a la pared. Matt obligó a Melissa a entrar a una de las celdas, mientras ella lloraba, suplicándole que nos dejara ir, en especial porque Scott necesitaba un médico. Al menos eso era lo que ella pensaba.

— ¿Te parece? —cuestionó Matt.

El sheriff lo apuntó con el dedo, completamente furioso, pero también preocupado por Scott.

— Tú, escúchame —le dijo.

— Está bien. Estoy bien —aseguró Scott.

— No, cariño, no estás bien —trató de hacerle ver Melissa.

Scott estaba apoyado en la pared. Lo único que a Scott verdaderamente le preocupaba era cómo iba a explicarle a su madre que había sanado de forma milagrosa. Ella era una mujer de ciencia. La sanación milagrosa seguramente le parecería una incongruencia.

— No me duele.

— Es la adrenalina. Déjame revisarlo. Puedo detener el sangrado.

— Ellos no tienen idea, ¿verdad? —Matt nos miró a los tres.

Sabía a lo que se refería. Ninguno de ellos —el sheriff y Melissa— conocían la verdad de lo sobrenatural que nos rodeaba a todos. No necesitaban estar involucrados en este reguero que apenas éramos capaces de manejar por nuestra cuenta. Cada persona que terminaba metiéndose en este lío, terminaba mal.

Yo era prueba viviente de ello. También lo era Lydia.

Melissa continuó suplicando y eso comenzó a meterse en los nervios de Matt. Él gritó que se callara y le dijo de forma específica que si seguía hablando, la próxima bala sería en la cabeza de Scott.

En estos momentos, teniendo en cuenta la condición en la que Matt hablaba, le creía que era capaz de hacer eso. Se había vuelto completamente loco.

— De vuelta al frente —nos ordenó—. Después de ustedes.

* * *

ENEMY FIRE ▲ TEEN WOLF   ➁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora