—¿Hola?—
La línea, muerta, abordó un silencio que pareció absoluto después de un golpe que azotó en los tímpanos de Hajime. Por más que pensara que se había tratado de un problema de actitud con la persona que contestó, no pudo colgar el teléfono. Si por educación o curiosidad, prefirió esperar a que respondieran a su voz, pero no funcionaba con la rapidez que quería. Sea quien sea que le había contestado, no estaba apareciéndose. Era una suerte que estaba especialmente paciente. Quizás el hambre lo había convencido de quedarse en el teléfono un rato más.
—¿Hola?—
Llamó. No había levantado la voz pero logró despegar a Oikawa de su cabeza. Escuchó la pregunta por segunda vez desde el auricular de su celular que estaba abandonado en la esquina y él, consumido en ira, estaba de pie observando al aparato que seguía encendido. Si Hajime pudiera verlo, quizás no habría notado las lágrimas que empezaron a brotar de sus ojos. Es un idiota. Pensó Oikawa, en un arrebato de ira. Pero yo lo soy todavía más.
Se agachó para sentir el celular vibrar por la voz de Hajime, quien preguntó por tercera vez si había alguien del otro lado de la línea. Nunca había querido romper uno de sus celulares tanto como esa vez, pero la primera onda de calor propagada por el coraje se fue esfumando de sus extremidades al imaginarse las posibilidades que tenía en las manos y que no estaba dispuesto a tirar por un capricho.
Después de haberlo colocado en su oreja, carraspeó y caminó de vuelta a su cama para tomar un profundo suspiro. Iba a necesitar toda la paz que podría generar para tener una buena conversación.
—...¿Hay alguien ahí?—
Hajime preguntó con curiosidad genuina, los suspiros que Oikawa soltó para guardarse la molestia indicaron a Hajime que al fin, alguien iba a responder sus dudas o tomar su orden.
—¿Alguien va a tomar mi orden sí o no?—
Al estar en esa posición tan vulnerable, olvidó la paz que había logrado sentir con sus ejercicios de respiración y escupió una oración con bastante veneno para responder la exigencia del muchacho que no iba a dejar pasar.
—¿Te parece gracioso?—
Iwaizumi escuchó una voz que iba rompiéndose con cada letra que enunciaba. No dijo nada que pudiera ser considerado como una respuesta decente, solo un suspiro que sonó a queja que fue el detonante para que la molestia de Oikawa se esparciera por todo el teléfono, como si fuera la culpa del pobre celular. La recepción de sus emociones estaba más sensible que nunca.
—¿Tienes la menor maldita idea de cuántas veces te he dejado mi maldito número en tu maldito ticket?—
—...Uh—
—¿Y ME MARCAS PARA ESTO?— Oikawa sostuvo el cuerpo con uno de sus brazos, como si en esa posición pudiera balancear el odio que iba arrastrándose por encima de la lengua. Frunció el ceño y gruñó. No sintió vergüenza alguna al asemejarse a un animal, esto ya era más de lo que podía soportar.
Quizás era justo como lo pensó. Hajime estaría con sus amigos, riéndose de su explosiva respuesta y posiblemente, hablaría de eso con ellos el resto de la tarde. Le hirvió la sangre y apretó la quijada. Entre los dientes, decidió amenazarlo. —Si quieres burlarte de mí, te topaste con el chico equivocado.— El resurgimiento del enojo condensado en palabras filosas le nubló la vista. Quería morir. Quería morir.
Alzó el brazo, apartó el celular para volverlo a aventar a la misma esquina. Aquí terminaba, con el golpe seco contra la pared. Con esto, no volvería a atenderlo nunca más, no volvería a verlo, a buscarlo ni a pensarlo. Moría con la última de sus interacciones. Ignoraría su ilusión rota para poder sobrellevar la molestia. Tensó los músculos y preparó sus manos. Pero como si se tratara de su conciencia, la voz del auricular lo hizo detenerse.
ESTÁS LEYENDO
Sin Azúcar
FanfictionOikawa conocía su perfil. Iba todos los miércoles sin falta y pedía exactamente lo mismo. Era guapo, fuerte y tenía un gusto peculiar para el café. Extrañamente y aunque Oikawa quisiera explicarlo, no sabía porqué le había puesto los ojos a un hombr...