Era la quinta vez que ignoraba sus mensajes.
Extraño para Oikawa quien por primera vez en mucho tiempo, había empezado a sentir algo parecido al orgullo. Su yo del pasado ahora mismo estaría golpeando las paredes de su cabeza. Era un idiota, dejar pasar las invitaciones directas eran acciones de los tercos, de los que no podían ver más allá de su propia ilusión perdida. Pero a este punto y por lo que Iwaizumi le había hecho, no se merecía menos. El cabrón lo había insultado en su propio café, jugó con las palabras de alguien que está interesado en alguien más y el peor pecado de todos: jamás le pasó las fotografías de la sesión de fotos en el parque. ¿Quién se creía que era?
No iba a ser la musa perdida, la imagen inspiradora de un hombre que tenía la cabeza tan revuelta. No era quién para juzgarlo, pero no disfrutaba para nada ser el objeto de sus inseguridades. A veces, pensaba que el chico estaba muy ensimismado en su arte, en su trabajo y en sus tareas como para reflexionar en lo que causaba a los terceros. Oikawa había sido una víctima, nada más que eso.
A pesar de todo, de los insultos y el orgullo herido, Iwaizumi seguía insistiendo. Salir el fin de semana, con él, aparentaba ser un sueño. ¿En qué momento de su intensa caída hacia el amor iba a poder concebir una de estas oportunidades? Pero la molestia, el orgullo y su determinación habían respondido por él. No era no. Definitivo.
—¿Y eso?— Matsukawa bebió del café frío que Oikawa le había comprado. Descansaban bajo las hojas de uno de los árboles de la escuela. Una banca vacía, que ahora era de ellos. Tooru respondió con una mirada perdida. Issei ya se había acostumbrado a la ausencia de su amigo. Esta vez, se imaginó que por algo que iba por las líneas que él le había recomendado.
—No lo sé. No se me antoja.— Tooru respondió con mucha confianza. Sequedad, casi. Quería contener las palabras.
Issei puso el cuerpo de frente a su amigo. Quería verle la cara y entender sus reacciones, pero Tooru era igual que una mañana con neblina. Igual de oculta, igual de hermosa.—Es raro.—Supo perfectamente que esas palabras iban a detonar la curiosidad en su amigo. Lo hizo a propósito. La neblina se deshace frente los dedos de quien decide atravesarla.
—¿Qué es raro?—
—Que de pronto no quieras verlo.—
Oikawa alzó los hombros con la apariencia de la despreocupación en la cabeza, en la piel. Issei nunca lo había visto más miserable. (Todavía. Dale tiempo Issei.) Esto era lo que pasaba cuando el amor superaba la realidad de las capacidades.
—Digo... obviamente quieres verlo ¿no?
—Claro que no.
—¿De pronto ya no? ¿Quién eres tú y qué hiciste con Oikawa? ... ¿Eres un alien?
Los ojos de hartazgo de Oikawa le penetraron la carne. Issei aguantó una risa. —Olvídalo, estarías contento si se tratara de eso.—
—A veces puedes dejar de querer las cosas.— Simple, aventó la oración como se avienta un trapo viejo. Sin interés en lo que seguía. Las personas de la universidad caminaron frente a ellos, parecían fantasmas viendo el pasado.
—Pero tú no.— Matsukawa nunca tuvo vergüenza en decirle las cosas. Este era el caso. Algo más debió de haber sucedido como para que cortara de tajo el creciente interés. —Eres insistente. Es parte de quien eres.—
No hubo respuesta. El café que Issei balanceaba entre las manos se fue calentando, así que lo combatió con otro trago. Como si la cafeína le hubiera hecho algo a su cerebro, chasqueó los dientes y volvió a hablar.
—...Mira, no hay vergüenza en perseguir algo si lo quieres.—
Entonces Tooru alzó una ceja. —Huh, recuerdo cuando me decías lo contrario.—
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Sin Azúcar
FanficOikawa conocía su perfil. Iba todos los miércoles sin falta y pedía exactamente lo mismo. Era guapo, fuerte y tenía un gusto peculiar para el café. Extrañamente y aunque Oikawa quisiera explicarlo, no sabía porqué le había puesto los ojos a un hombr...