Arrepentimiento era una palabra muy sencilla para describir lo que sentía.
La realidad era más complicada que eso. Implicaba, aunque no era eso exclusivamente, vergüenza y ansiedad. De esas que no le permiten al cuerpo dormir adecuadamente, ni con pastillas ni con tés. La única solución era esperar a que llegara el sueño Era la más absoluta de las sensaciones de pánico. Oikawa, sacó adelante todos los proyectos que tenía que hacer durante el fin de semana aunque con la duda y recuerdo de la llamada de Iwaizumi Hajime, el chico que iba al café todos los miércoles y con quien, al fin, pudo tener una conversación "decente" por teléfono.
"Decente", si quería describirla de la forma más mediocre posible. La forma en que reaccionó no había sido adecuada ni ideal. Los nervios le ganaron las cuerdas vocales antes que su lógica y al final, terminó con un resultado que estaba más allá de lo esperado...pero no que no era ideal. Era un tonto, al fin y al cabo. Tenía a quién considerar culpable de su reciente contagio de estupidez pero sabía que la mayoría de la culpa era para él mismo y sus nervios tontos que interrumpieron el flujo de las cosas. Pensó que Hajime, quizás estaría burlándose de él todavía.
Ir de nuevo al restaurante y enfrentarse con la posibilidad de topárselo era tan latente y certera, que le había generado una indescriptible sensación de culpa. Más allá de las ganas que tenía de regresar el tiempo y hablarle con más decencia, Oikawa se encontró en un plano de miseria, como la sequía después de la lluvia. ¿Había sido necesario llegar a esos extremos para intercambiar un par de palabras que bien pudo haber dicho en persona? ¿Qué tan tonto tenía que ser...?
—...Anda, vamos.—
Acomodó sus cosas en una de sus mochilas, calló la voz que tanto lo estaba acosando y fue directo hacia el trabajo.
No permitió que el miedo lo atara de pies. Al fin y al cabo, durante esos días después de la llamada del fin de semana, se había hecho a la idea de que no volvería. ¿Porqué tendría que hacerlo él? Puso una mano en su cuello y acarició los cabellos que apenas iban naciendo.
Pero imaginar y esperar lo mejor nunca le había ayudado mucho que digamos.
x.x.x.x
Llegó a tiempo, acomodó su mochila en la espalda y caminó directo hacia la parte de atrás del restaurante, en donde no había nada más que los botes de basura y los charcos de agua que no se secaban por la sombra del edificio. Absorto en el enigma de su cabeza, no escuchó que alguien estaba hablándole desde la calle. Volteó solo cuando esa persona se le acercó para tomarle el hombro. No gritó porque no tenía energías para hacerlo, pero al ver el rostro familiar de Tsukishima, se le alivianaron los nervios. Ahí, en esa privacidad de los callejones, pudieron entablar una conversación agradable. Aunque por dentro, Oikawa estaba que se partía a la mitad de la incertidumbre.
—Te estoy hablando desde hace rato... ¿tienes audífonos puestos o algo así?
Oikawa rió por compromiso y nervios con suficiente intensidad como para cerrar los ojos. Sintió vergüenza. Hace mucho tiempo que no veía a Tsukishima y lo recibía de esa manera...necesitaba soltarse de sus obsesiones de vez en cuando. Movió la mochila que colgaba de su espalda en un girón de su cuerpo. Sintió como si de pronto todo le estuviera pesando, hasta respirar.
—No, lo siento. Sólo estaba distraído.— La mirada de Tsukishima se volvió más pesada. La sintió encima de su frente, como si estuvieran presionando con fuerza, con ganas de sacarle algo. Lo analizaba desde arriba. Apartó su cabeza en un movimiento rápido para enderezar la quijada. Apenas así Oikawa soltó el aire.
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Sin Azúcar
FanfictionOikawa conocía su perfil. Iba todos los miércoles sin falta y pedía exactamente lo mismo. Era guapo, fuerte y tenía un gusto peculiar para el café. Extrañamente y aunque Oikawa quisiera explicarlo, no sabía porqué le había puesto los ojos a un hombr...