07 - Starlight

713 81 16
                                    

La ventana abierta permitió que las cortinas de Oikawa se movieran con el viento. Estaba acostado con las manos encima de su cabeza, enmarcándole el cabello y el rostro que iba dándole la bienvenida al sueño. Había aprendido a disfrutar sus días libres sin los libros ni la angustia de la escuela y, sumado a la reciente y pronta reconciliación con Matsukawa, su cuerpo permitió a la relajación más profunda que había sentido en meses.

Aunque la sensación estaba haciendo que el sueño llegara a él antes de lo esperado, Oikawa todavía no se sentía lo suficientemente somnoliento. Se enderezó de la cama por primera vez desde que había despertado. Los sábados como ese estaban plagados de malas costumbres. De dormir hasta que dieran las dos de la tarde, comer tarde y quedarse en su habitación leyendo algo o viendo la televisión. Casi nunca salía con Kuroo y Bokuto, quienes lo invitaban religiosamente a que saliera con ellos a Shibuya. 

Esa tarde no tenía ganas.

Apreciaba el tiempo que tenía en soledad. Le ayudaba a estar en paz. Tenía el cuerpo desanimado y la capacidad mental de una esponja. El espacio de sus reacciones comparados a los movimientos que alcanzaba a dar dejaban poco qué desear. Esto, claro, hasta que vio que alguien especial le había mandado un mensaje a su celular.

Como un animal listo para atacar, no esperó a que el tono personalizado se detuviera para abalanzarse contra el aparato para llevarlo a ambas manos y leer de lleno el mensaje único que Hajime había mandado. 

"Hola"

El tipo tenía la delicadeza desacomodada, pero a estas alturas, a Oikawa no le podía importar menos. Sonrió. Puso una de sus manos en su vientre para contener la emoción que brotaba de su ombligo y contestó. Esta vez, no tuvo la fortaleza para detenerse por cinco minutos para responder. Daría la ilusión de todo, menos de un hombre ocupado. ¿Qué importaba? Si su emoción se destilaba, era porque contenerla podría asfixiarlo.

"Hola"

Hajime leyó el mensaje casi inmediatamente. Esto, aunque no es necesario mencionarlo, hizo que a Tooru casi se le saliera el corazón por la boca.

"¿Estás ocupado?"

Tooru lo pensó. Miró a su alrededor, a la ventana abierta que estaba todavía dejando pasar el aire fresco de la ciudad. Aguantó un suspiro y se echó sobre la cama. ¿Lo estaba? Tal vez. La pregunta era, ¿lo estaba para él? Mordió sus labios.

"Depende"

"Ah... entonces estás libre."

Oikawa tiró su cabeza hacia el colchón de la cama. ¿Qué tenía ese hombre que a la menor provocación hacía ese tipo de comentarios que lo deshacían? No era justo, pero al menos estaba en privado. La forma en que se había derretido era todo menos lo deseado.

"¿Qué pasa? ¿Estás aburrido?"

"De hecho, quería saber si querías salir a tomar algo."

 Directo al grano, como se imaginó que sería. Oikawa tuvo que darse dos segundos para respirar. Esto era demasiado bueno para ser verdad. Suga no lo dejaría en paz hasta que se lo contara todo. Qué bueno era que tenía la lengua floja cuando se trataba de él.

"¿Hmm? ¿Ahora?"

"Sí. Claro, a menos que tengas otra cosa que hacer en su ocupadísima agenda imaginaria."

Había un par de opciones que tener en consideración como el riesgo que esto podía representar para él y la estabilidad emocional que tanto le había costado trabajo mantener...pero solo le importaba una: la posibilidad de verlo fuera del horario habitual. Tendrían mucho de qué hablar el miércoles y en su ya acostumbrada línea de comunicación directa.

Sin AzúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora