03 - Sparks

741 101 60
                                        

En resumen fue como si no hubiera importado que le comentara directamente del número que estaba atrás del recibo.

Ni un mensaje. Ni una llamada. Su celular se mantuvo en el mismo silencio al que estaba acostumbrado. Estaba demás decir que le frustraba. Llegó a pensar que era enojo, molestia genuina por ser rechazado de esta manera, pero tenía que ser paciente. Eso le mandaba la decencia.

—Es jueves, Tooru.— Su gerente, Suga, le hablaba con palmadas verbales que bien podrían ser tomadas de otra manera. Calmarle la ansiedad era una de sus virtudes. Oikawa no lo apreciaba del todo, ya que la tensión lo había llevado al borde de la histeria, pero al menos sus palabras eran mucho más gentiles de las que Kuroo podría tener con él en este punto.

—Quizás le da vergüenza, ese tipo de muchachos terminan siendo más tímidos de lo que te imaginas.— Era una posibilidad válida, pero nada que Oikawa quisiera escuchar. Lo sabía. Sabía que Hajime había preferido ignorarlo. Quizás hasta se había burlado de él con sus amigos, y ya nunca volvería al restaurante. Por eso y por todas las ideas que podrían llegar a acosarlo, prefirió limpiar las mesas en silencio y Suga lo dejó. Nunca era bueno que estuviera tan callado, usualmente, eso significaba que no iba a apartarse de su cabeza hasta que se rompiera.

Del otro lado, Kuroo había salido del baño ya sin el delantal que estaba doblado en su brazo. Estaba preparándose para irse.—No deberías de entristecerte tanto, Oikawa. Es jueves...— Con eso, dio por entender que había escuchado parcialmente lo que había sucedido afuera. Tooru se congeló de pronto.

qué día es.—

—Sólo digo que es posible que los chicos de su clase se tarden. Digo, por algo no te rechazó el número cuando se lo diste.—

—¡Eso es bueno!— Intervino Bokuto que estaba limpiando vasos. Había asomado la cabeza cuando solo se le podía ver el pelo. Su imagen de buho resaltaba más con esos gestos. —Pudo haberte ignorado, digo, eres un extraño para él después de todo.—

Nadie ayudaba, pero tampoco podía decía que le sorprendía. Se trataba de un par de bobos que habían hallado el amor por pura sorpresa. Nada que a él no le gustaría tener y que envidiaba, pero ahora más que nunca quería darles un golpe a cada quien. Ahogó sus frustraciones en el trapo que tenía entre las manos y Suga, palpándole la espalda, lo hizo voltear.

—Piensas mucho.— Sonrió. No esperaba que Oikawa estuviera contento pero al menos un gesto de esos calma a cualquiera. —Dale un día más.—

Tooru suspiró, rompiendo con la aparente calma que podía sentirse en el ambiente del restaurante, como la tensión de una cuerda de violón que se rompió con su voz. —Como sea, si no me contesta, espero que le guste la salsa picante en su café.—

—¡OH! Yo puedo cooperar.— Dijo Bokuto, levantando la mano como si se tratara de un salón de clases. —Sé en dónde encontrar la salsa más temerosa de toda la cocina.—

—¿Más horrible que el tabasco?— 

—Pfft...— Incrédulo, Bokuto le lanzó una mirada a Kuroo que atrapó de inmediato, como si trajeran a la mesa algunos recuerdos. —Tooru, esto no se asemeja para nada. Ni un poco. Le arderá cuando entre y le arderá cuando salga. Ga-ran-ti-za-do.— Fue puntual con sus palabras pero a cierto límite, Suga lo estaba escuchando.

—¡OH!— Kuroo imitó el mismo gesto que Bokuto. Alzó las manos. —Yo recuerdo esa salsa.—

—Es verdad, tuviste que beber media taza.— La mirada de Bokuto se perdió en el techo, Kuroo la trajo a su presencia con una risa.—Apostaste contra Akaashi. Mal hecho...—

Sin AzúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora