Hide and Freak ▲ JunHao [Omegaverse]

Capítulo 6: Polvo de hadas

Minghao llevaba dando vueltas en su cama cerca de una hora. Era temprano por la mañana, fin de semana, un día luminoso. El sol entraba por la ventana y le acariciaba las piernas desnudas. Virutas de polvo brillaban al pasar por los rayos de luz. Minghao pensó, adormilado, que parecía polvo de hadas. Dio una vuelta más y trató de convencerse de que todavía tenía sueño. Si se levantaba tendría que pensar, y pensar era lo último que quería hacer.

La noche anterior había sido un caos tal que ni siquiera estaba seguro de que hubiera sido real. Seungcheol lo había descubierto, se había dejado llevar por su inusual aroma en celo y a punto estuvo de acostarse con él en plena oficina. Gracias a Jun no había pasado nada... Bueno, "nada". Se la había chupado, nada importante. Lo normal. Ahogó un grito enterrando el rostro en la almohada y una pataleta infantil salió desde lo más hondo de su alma. —Idiota, eres un idiota. —farfulló con rabia, aunque no tanta. Lo invadía la vergüenza. Cuando vino a su casa ya le quedó claro que Jun sabía que era un omega. Pero creyó que... que no pasaría de ahí, que se mantendría al margen tal y como se lo pidió. Pero al parecer él tampoco pudo aguantarse las hormonas por su estúpido instinto posesivo. Al pensar en ello, y muy a su pesar, sonrió. No estaba tan mal tener a alguien que te quisiera solo para él...

—Pero ese no es el punto. —murmuró al erguirse de pronto, igual que un muelle. —La cuestión aquí es que me ha pillado, que para cuando vuelva a trabajar todavía me quedarán dos o tres días de celo y que tengo que maquinar un plan para no acostarme con él en la oficina. Porque claro, el señorito no podía aguantarse y tuvo que besarme... —se llevó la mano a los labios y reprimió a medias una sonrisa tierna. Sí, lo había besado. Y le había gustado. Le gustó sentir sus brazos rodearlo en un acto protector, sus labios recorriendo su cuerpo y aquella mirada felina clavada en su fina piel... Y quería más. Mucho más. Apenas había dormido pensando en todo lo que deseaba que el mayor le hiciera, todas las fantasías que llevaba queriendo probar desde que decidió reprimirse a sí mismo... —Bueno, a ver. —se cruzó de piernas como un indio y miró al frente, como si le estuviera hablando a alguien de verdad. —Aceptemos que te gusta, ¿no? Sí, te gusta. Pero es solo sexual. Porque él es guapo y estás en celo y te pilló en un mal momento y te besó de pronto y no te dio tiempo a pensar. Solo eso. —asintió satisfecho por su explicación y se cruzó de brazos. —Y que le dijeras que lo preferías a él antes que a un alfa fue simple presión emocional. Estaba muy cerca y tú eres un inestable de la leche, Minghao. Y estabas necesitado, ¿qué más ibas a decirle?

Se quedó callado unos segundos, serio, mirando el cuadro que tenía delante de la cama. No se fijó en él realmente, pero le permitió pensar un poco mejor.

—Y que luego le contaras todo mientras te abrazaba para que te entendiera... Y que luego te pusieras a llorar... Y que... que aceptaras sus besos así también fue presión emocional. Sí... —torció los labios, hizo una mueca, se mordió el labio y gimió de pena para volver a enterrar la cara entre las almohadas, soltando ruiditos de frustración y removiendo las piernas frenéticamente de tanto en tanto. —No puede gustarme Jun. No. Es presión emocional. Es un terrorista. Psicópata. Sociópata. —no conocía la diferencia entre lo uno y lo otro, así que soltó ambos insultos y se quedó tan pancho. —Está loco. En realidad me quiere matar y solo se está haciendo el majo conmigo, como en Psicosis. Sí, eso tiene más sentido.

Volvió a dar unas cuantas vueltas hasta que llegó a la conclusión de que necesitaba hablar con alguien. Si alguien más le decía que tenía todo el sentido del mundo que lo suyo con Jun solo era atracción física podría seguir tan tranquilo, levantarse de la cama y desayunar de una condenada vez. Tenía hambre, pero no podía ni pensar en comida sin imaginarse al chino delante de él, con su media sonrisa traviesa y sus poses preparadas de modelo. Asco, asco le daba. Cogió el teléfono y abrió uno de los primeros chats.