Tal y como había previsto, al tercer día Minghao pudo volver al trabajo con casi total normalidad. Todavía le dolía un poco la cabeza y tenía que distribuir las suficientes paradas técnicas a lo largo del día como para poder tomarse los supresores para aplacar las hormonas del celo y disimular al mismo tiempo, pero por lo demás todo iba bien. Aunque no fue capaz de mirar a ninguno de sus compañeros a la cara hasta pasado el almuerzo, cuando ya se había acostumbrado a que su cabeza le recordara constantemente todo lo que había imaginado con ellos durante los dos días anteriores. Y a Jun, en especial, pretendía evitarlo hasta que fuera capaz de olvidar lo sucedido. Aunque tras casi medio día de trabajo tenía claro que solo lo conseguiría si de algún modo convencía a alguien para que le estampara una pala en toda la nuca. Quizá moriría en el intento, pero al menos así podría fingir pérdida de memoria y aparentar normalidad delante del chino.
Cada vez que lo miraba, ni que fuera de soslayo, su cuerpo recordaba lo cerca que habían estado de besarse y cada célula de su ser le preguntaba, muy de mal humor, que porqué leches no lo había hecho. En un par de ocasiones se encontró dudando. ¿Realmente valía tanto la pena un posible pero no seguro ascenso como para privarse de aquello que deseaba tan ansiosamente? Al ver su ancha espalda y sus ojos de gato recorrer su figura con escasa tranquilidad a punto estuvo de rendirse. Luego se convenció de que sí, valía la pena. Deshilar la mentira que llevaba tejiendo por tres años sería demasiado complicado llegados a ese punto. Sabía que tarde o temprano se agotaría y sería incapaz de seguir con la farsa, pero mantenía la esperanza de poder alargarlo hasta, por lo menos, haber conseguido un ascenso o dos más. Para entonces ya habría demostrado su valía lo suficiente como para que no importara si era omega, beta, o un mismísimo alfa. Tampoco pretendía ser el próximo heredero... Pero sí que anhelaba poder, reputación y reconocimiento. Se lo merecía.
Según su horario, ese mediodía tenía reunión con los jefes de equipo de todo el piso (contándolos a él y a Wonwoo serían unos diez) y su jefe más inmediato, Seungcheol. No era una mala persona, pero era de conocimiento público que se trataba de un alfa, y eso lo ponía nervioso. Sutilmente, Minghao había intentando convencer a algunos de que atrasaran la reunión para cuando volviera Joshua (una semana más tarde, coincidiendo con el fin de su celo), pero habían varios temas urgentes que debían ser tratados ese mismo día. Ahogando un suspiro, se rindió ante lo inevitable. Ese día especialmente había tragado supresores como si no hubiera un mañana, pero seguía con las hormonas alteradas. Más de lo normal, incluso. En general, cuando su cuerpo asimilaba las pastillas de nuevo recuperaba un estado relativamente neutral. Como se mantenía alejado de cualquier tentación, no había nada de lo que preocuparse. Pero aquella vez fue distinto. Su cuerpo había experimentado lo que era tener a un dominante cerca, había recorrido su cuerpo con la mirada y se había gravado su aroma a fuego para no olvidarlo jamás. Si cerraba los ojos, juraría que podía sentir el aliento de Jun sobre sus labios, o aquellos brazos fuertes y cálidos aplastándolo contra su moreno cuerpo. Había probado lo bien que se sentía dejándose llevar por su verdadera naturaleza por unos segundos, y catado el pecado, servida está la duda. Ahora su cuerpo no solo le pedía más, sino que sabía cómo conseguir lo que quería. Y como el destino lo amaba, tenía una reunión con uno de los alfas más atractivos de la empresa justo el día que tenía las hormonas más alteradas. Sencillamente maravilloso.
Por suerte no requirieron de su atención más que un par de veces aquí y allá, cuando se ponían a discutir y precisaban de una tercera (o cuarta) opinión de confianza. Aunque Minghao lo agradeció, hubiera apreciado tener algo con lo que distrarse, porque a cada minuto que pasaba más complicado se le hacía apartar la mirada del mayor.
Sentado en la silla presidencial, Seuncheol escuchaba atentamente cada una de las propuestas y cuestiones con la seriedad que se esperaba del jefe al mando de la organización de la planta. Observaba con ojos tranquilos a todo el personal, inspeccionaba sus movimientos, se relamía los labios y volvía a fijarse en otro alguien para no perder el rumbo de la conversación. Sus ojos castaños saltaban de un lado a otro a gran velocidad, pero todo él lucía tranquilo. Vestía un traje azul marino de fina tela extranjera, una impecable camisa blanca y una corbata a rayas perfectamente conjuntada. No se ceñía especialmente a su cuerpo, pero Minghao estaba seguro de que se ejercitaba de forma habitual. Era todo un alfa, con voz firme, manos grandes y una sonrisa tan dulce que incluso lograba derretir su mal humor mañanero. Seungcheol tenía una presencia implacable, algo que le atraía y envidiaba a partes iguales.
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Hide and Freak ▲ JunHao [Omegaverse]
FanfictionMinghao es un omega que finge ser beta para progresar en el trabajo. Jun es un beta al que acaban de contratar. Actualizaciones lentas. #25 en Junhao [29-Junio-2018] #139 en Romántico [2-Julio-2018] #20 en Junhao [4-Julio-2018] #7 en Soonseok [28-Oc...