Hide and Freak ▲ JunHao [Omegaverse]

Capítulo 17: Cambios en la oficina

Nada más llegar a la oficina Wonwoo y Mingyu se convirtieron en el centro de atención. Era imposible de disimular el olor de una nueva marca, y en la mayoría de casos los afectados se transformaban en un montaña rusa de feromonas que ni controlaban ni reconocían durante los primeros días, mientras sus cuerpos se acostumbraban a los cambios. Estar unido a alguien física y psicológicamente precisaba de cierto tiempo de adaptación. Muchos lo describían como tener un GPS en el cerebro que les indicaba a qué distancia estaba su pareja de ellos, cómo se encontraban anímicamente, si estaban bien, si estaban heridos, o si precisaban ayuda. Era un vínculo legal y socialmente más fuerte incluso que el matrimonio. Los alfas tenían más libertad, pues se entendía que, en el caso de tener que escoger entre cualquier otra cosa y su marcado, socorrer a su pareja pasaría por encima de cualquier otra responsabilidad o deber. Si se metían en una pelea grave o cometían algún delito menor, siempre que fuera por ayudar a sus betas u omegas, rara vez se les daba más que una advertencia o una multa leve. Quedaba comprendido que por asegurar la seguridad del vinculo ya no era una necesidad territorial, sino una vital. Si uno de los dos marcados moría o sufría en gravedad, el otro quedaría afectado de por vida. Esa, entre otras, era una de las razones por las que no era muy común ser marcado en los últimos años.

Por otro lado, los omegas y betas que fueran marcados disfrutaban de mucha menos presión por parte de sus superiores jerárquicos. Al ser comprendidos como una propiedad, los demás alfas rara vez se atrevían a meterse con un marcado. Instintivamente se volvían más independientes (el cambio era más notable en los omegas, quienes todavía se enfrentaban a complicaciones de todo tipo por su naturaleza), y cuánto más tiempo pasara, menos afectados se veían por la voz de alfa de los demás. Tras unos cuantos años, el omega o beta en cuestión respondía únicamente a las órdenes de su alfa, en el caso de recibir alguna.

La voz de alfa era una habilidad, valga la redundancia, que solo poseían los alfas. Su simple presencia y aroma ya servían para conseguir que muchos los siguieran u obedecieran sin problema, pero, de desearlo, podían ejercer una presión extra que tanto omegas como betas estaban obligados a obedecer. Requería una gran fuerza resistirse a ella, tanto física como de voluntad, y legalmente pocos eran los límites establecidos para que un alfa no abusara de su posición. Aunque en público, por educación, no fuera común usarlo, lo que ocurría dentro de cada hogar era otro mundo.

Por último, los betas no podían marcar a nadie al igual que los omegas, al menos no por iniciativa propia. Únicamente podían hacerlo si un alfa los marcaba primero, aunque ser reconocidos hasta ese punto por uno de ellos los "ascendía" levemente en la jerarquía. Mientras que un omega marcado era fácilmente tachado de propiedad del alfa, a un beta se le concedía, por lo general, cierto reconocimiento de independencia. Era una de las pocas formas que tenían de salir de la zona gris de indiferencia y evasión a la que estaban sometidos en muchos eventos sociales.

A Wonwoo y a Mingyu, por supuesto, poco podía importarles todo eso en aquel momento. Ambos sonrieron con nerviosismo y felicidad ante los comentarios de sus compañeros.

— ¡De verdad, ojalá hubiéramos hecho alguna apuesta al respecto! — se lamentó Seungkwan en broma, dramatizando como siempre.

— Podemos apostar a cuánto tardan en casarse. — propuso Seokmin con una de sus encantadoras sonrisas al dejar las cosas sobre su escritorio.

— Bah, para qué. Ya es como si lo hubieran hecho. — le restó importancia el menor.

— Supongo que no tienes el documento que te pedí ayer preparado, ¿no, Mingyu? Ayer estabas ocupado con otras cosas... — lo chinchó Jun con malicia.

— Si no os callais todos os mando a pastar. — el más alto le lanzó una bola de papel al chino, sonriendo sin poder evitarlo. Jun imitó el sonido de una oveja, y a punto estuvo de recibir un carpetazo por parte de su compañero.