Hide and Freak ▲ JunHao [Omegaverse]

Capítulo 13: Son fechas complicadas

Wonwoo miró la imagen con ansiedad.

Le temblaban las manos. Se había prometido no sacarla de su escondite hasta que llegara el día, hasta que pudiera permitirse dejar de contener todas las emociones que se acumulaban en su pecho. Pero aquella mañana se había despertado solo, asustado y confuso por una pesadilla, y al ver que faltaban menos de dos semanas estuvo a punto de derrumbarse.

Observaba el papel con mirada perdida.

Volvió a guardarla al cabo de unos minutos. Cogió aire, se limpió la cara y decidió comenzar aquel día como cualquier otro.

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Seungkwan era débil de corazón, y el condenado Hansol lo sabía bien.

Ya era junio. Habían pasado varias semanas desde que le puso la condición de los deseos, y hasta la fecha Hansol no se había saltado ni uno solo. A veces llegaba un poco tarde, pero se lo perdonaba porque verlo todo sonrojado y alterado por haber corrido las últimas manzanas para traerle cualquier idiotez que se le hubiera ocurrido le derretía el corazón. Se hacía el duro, obvio, pero por dentro se moría por ver hasta dónde podía llegar. Con el paso de los días se había vuelto menos estricto sin darse cuenta, aunque en su defensa diría que no era por su elección. Era Vernon, quien de pronto había sacado todo lo beta dominante que tenía (que no era mucho, pero Seungkwang apreciaba el esfuerzo igual) para demostrarle que lo quería a su lado como su pareja. Como su omega. Al mayor se le ponía todo el cuerpo a bailar al pensar en ello.

La verdad, se había quedado sin ideas para más peticiones extrañas. Le había traído un peluche gigante, se había despertado a las horas de dios para traerle un desayuno recién hecho por él (y estaba sorprendentemente bueno), lo había acompañado de compras durante horas, le había dedicado una nota tan cursi que le daba vergüenza hasta mirarla de lejos... Habían ido a donde él le había propuesto, como a ver una película o a cenar por ahí. Incluso le había cantado todo un concierto en el karaoke. Y lo había besado cada vez que se lo había pedido, sin negarse ni una vez ni hacerlo si él no le había dado permiso antes. Según Google y toda la población mundial (a excepción de los ermitaños en la montaña, esos iban a su rollo) estaban saliendo en toda regla, pero sabía que no sería cien por cien oficial hasta que Seungkwan lo perdonara.

Cosa que ya había hecho casi desde que cumplió con el primer reto, aquella vez que trajo un ramo de flores enorme a la oficina. Ramo que después no supo dónde poner y tuvo que repartir por toda la casa. En la vida le había dado utilidad a tantos jarrones.

Lo malo, era que una parte del omega seguía pensando que si lo hacía, si le daba más libertad al beta para que volviera a hacer lo que quisiera, algo iría mal y la burbuja de felicidad en la que se encontraba se rompería de pronto. Se sentía nervioso, ansioso, porque a pesar de sus inseguridades deseaba saber cómo sería el castaño sin obligaciones.

Después de varios días de meditación, mucho helado y unas cuantas películas, finalmente llegó a la conclusión de que valía la pena arriesgarse. Hansol era idiota, pero no tanto como para cagarla nada más ser perdonado. O eso le pidió a los dioses de los amantes sin cerebro esa mañana.

Antes de ir a trabajar quedó con Vernon en un parque cercano. Si tenía que dedicarse a leer informes sin haber hablado con él tras, por fin, haberse decidido, temía terminar escribiendo cosas inverosímiles. Según el estudio de mercado que se hizo el mes pasado el treinta por ciento de los clientes opina que Hansol es guapísimo y tiene un culo precioso. Sí, no quería terminar poniendo algo así. Se sentó en uno de los bancos y se llevó ambas manos a sus rechonchas mejillas notablemente emocionado. Intentó reprimir una sonrisa, pero no pudo. ¿Qué le diría? ¿Qué haría? ¿Cómo reaccionaría?