Cap 3

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bueno a disfurtar de la conti de este Fic, ahí me dicen que les pareció ;)

    Apenas estaré aquí unos días, de todos modos, hay dos camas en tu cuarto, ¿no?
Ése es el problema- murmuró la pequeña Yulia
Lena puso una cara de no comprender nada.
Las camas en tu habitación ¿son un problema?
Sí dijo ella un poco apenada.
Y eso ¿por qué?
Porque mi madre no espera que yo ocupe una de ellas, por eso.
Yulia... Yulia ahora si que estoy perdida completamente.
La pelinegra dio un pequeño suspiró.
Así es, Lena. Mamá piensa que estamos casados y lógicamente supone que dormimos juntas. Y, por supuesto, se imagina que tú estás por aquí más de lo que acostumbras a estar últimamente ¡Quién sabe en qué andarás! Si no fuera por que te conozco, pensaría que me estas evitando.

Ella... piensa que... estamos... casadas- repitió ella lentamente, mirándola con interés.
No me mires así, Lena. No quise molestarte, sinceramente. Pero cuando estuve con ella en mayo parecía tan enferma... Intenta comprender... ¡Pensé que se iba a morir! y siempre supe que ella hubiera deseado verme casada y preferentemente contigo. Así que le invente que estábamos comprometidas y que nos íbamos a casar. Luego cuando volví, no tuve más remedio que seguir con la mentira. Así que elegí algunas fotos de la boda de Michelle y le dije que era nuestra boda.

Lena negaba con la cabeza, incapaz de creer lo que esta escuchando.
¡Como se te ha ocurrido semejante cosa! ¡Nisiquiera vestíamos de blanco ese día!
Mi vestido era negro y tu vestido de madrina era de rosa pálido y podía pasar perfectamente por un traje de novia. Además, mi madre seguramente se imaginó que no iba a tener una boda tradicional, con un gran vestido blanco, sabes perfectamente que no visto de blanco. Y tú podrías haber pasado como la novia con tu atuendo de madrina. Afortunadamente, como era la boda de tu hermana, estaba toda tu familia., y además, nos sacaron miles de fotos juntas. Mamá me dijo que te veías divina, por cierto. ¡Oh! ¿Y recuerdas esas sábanas grandes que envió y que te regalé? Eran... su regalo de bodas...

Lena apretó el libro que tenía en la mano. Le indignaba que ella hubiera mentido sin ni siquiera consultárselo. Y, por supuesto, Yulia no había pensado en la posibilidad de ser descubierta. Ella creía que su pobre madre se iría del mundo antes de que su mentira fuera descubierta.

Siempre era así con Yulia. Nunca pensaba en las consecuencias de lo que hacía. Simplemente, se metía en cualquier lío sin preocuparse de que otros pudieran salir lastimados.
Y eso había hecho mas evidente cuando a los 17 años le había pedido que la liberase de su virginidad. No por motivos románticos, no. Simplemente por curiosidad. Porque la pelinegra estaba cansada de ser la única chica virgen del grupo. Cansada de tener que justificar su falta de admiradoras. Pero eso no tenía nada que ver con la virginidad. Lo que pasaba era que las chicas estaban acostumbradas a una niña que había que cuidar y no como a un objeto de deseo.

La pelirroja había sido la única que había tenido fantasías con Yulia. Lo que ella no sabía entonces, cuando le había pedido aquel favor, era que Lena también era virgen. Era embarazoso ser una chica de 18 años virgen, sus amigos solían mofarse de la pecosa por ello, además Lena tenia muy en claro que no podía acostarse con cualquiera, solo quería a una mujer a su diosa, a la dueña de sus sueños. En ese momento se acordó del lío que había supuesto <<liberar a Yulia de su virginidad>>; y de liberarse de la suya propia.

Se había puesto tan nerviosa... estaba aterrada, tenia miedo de hacerle daño a Yulia y apurarse mucho...El acto en sí había sido un auténtico desastre, confirmándose todos sus temores. Al final la había lastimado y había sido muy rápido todo. Lo que debería haber sido el momento más maravilloso de su vida, se había convertido en el episodio más humillante y embarazoso de su existencia.

Aún hoy, recordaba los gestos de la pequeña pelinegra durante los minutos que había durado el evento. Al dolor le había seguido un rato de frustración. Luego había desembocado en algo aún peor. Yulia se había sentido aliviada cuando el acto había llegado a su apresurada culminación. Sin que ella experimentara ni un sólo momento de placer.
Después, extrañamente, Yulia se había quedado en silencio, y Lena había huido a su casa, completamente acomplejada por aquel fatídico episodio.
Lo único bueno de aquella experiencia había sido el mantener a Yulia alejada del sexo durante unos pocos años. Probablemente, habría llegado a la conclusión de que no valía la pena, hasta que una hermosa y rubia profesora de un curso de artes marciales en el que se había inscrito durante su último año de universidad, había tomado la apatía de Yulia como un desafío y se había dispuesto a demostrarle que el sexo no era lo que ella había experimentado aquella noche.

Al parecer había resultado ser una extraordinaria mujer en todos los aspectos una amante estupenda, con un cuerpo envidiable y una técnica difícil de superar. Desde aquel momento, la pelinegra se había sentido atraída no sólo por los placeres de la carne, sino por ese tipo de mujeres. Después de la despampanante señorita cinturón negro, ella había llegado a creer que la excitación y la satisfacción iban aparejadas a los cuerpos bien torneados por el ejercicio.

Lena siempre había deseado mostrarle que ya no era aquella chica inexperta de dieciocho años, pero la pelinegra jamás le había dado la oportunidad. Se había quedado con esa imagen tan negativa de ella. La pelirroja había creído que finalmente había aceptado que Yulia pensara eso de ella, pero ahora se daba cuenta que no era así.

En ese momento, la pecosa la deseaba más que nunca y no podía soportar la idea de compartir un solo segundo la misma cama que ella sin tocarla. Y sería, seguramente, lo que la pequeña diablilla esperara de Lena con esa farsa de matrimonio. Yulia esperaría que ñoña le permitiera meterse en su cama todas las noches que durase la visita de su madre y, seguramente, esperaba que la pecosa no le tocase un pelo.

En una suposición que no entraba en sus cálculos, no lo haría. Ella era una mujer, no un ratón, y era la hora que Yulia se diera cuenta de ello. Lena dejo el sillón poniéndose de pie.

-No, Yulia, No- dijo con gesto imperturbable. Y avanzo hacia el corredor en dirección a su habitación.     

Engañando al amor (t.A.T.u Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora