Engañando al amor (t.A.T.u Fanfic)

Capítulo 18: FINAL

YULIA se levantó a la mañana siguiente con un nudo en el estómago. ¿Quién hubiera pensado que el saber que estaba embarazada de Lena la habría preocupado tanto? No era que no estuviera contenta. Estaba feliz. Era Lena y la reacción que pudiera tener era lo que la preocupaba.

Unos días antes habría estado segura de que Lena se alegraría como ella. Pero ahora... no estaba segura...

¿Qué era lo que había dicho Roberta la otra noche? ¿Algo así como que una vez que te enamorabas no veías la hora de casarte, de estabilizarte y tener un hijo? Coincidía con lo que ella sentía últimamente, pero no estaba segura de que Lena sintiera lo mismo. La pelirroja no había hablado nunca de matrimonio, a pesar de haber estado de acuerdo en comprar una casa para llevar a Lucky a vivir con ellas.

Y anoche...

Yulia miró a Lena, que estaba dormida todavía. Estaba preocupada. Ella le había dicho que había estado bebiendo whisky pero no le olía la boca a alcohol. Le había mentido. Y luego no había querido hacer el amor con ella.

¿Habría estado con alguien? ¿Habría aparecido nuevamente Katia, con sus pechos grandes y su complacencia?

Yulia suspiró estremecida ante la idea. Lena se dio la vuelta y abrió sus ojos grises.

—¡Oh! —exclamó Yulia—. Yo... Pensé que estabas dormida todavía. Iba a levantarme y preparar el café, pero tengo que ir al cuarto de baño primero —Yulia se levantó y se puso el kimono. Luego fue hacia el baño.

Cuando volvió del baño Lena la miró de aquella forma tan extraña y fría.

—¿Pasa algo? —le preguntó ella ajustándose el kimono a la cintura.

—Depende —Lena se estiró, luego se puso los brazos debajo de la nuca.

—¿De qué?

—De cómo actúes cuando te diga lo que te voy a decir.

Yulia sintió pánico. Trataba de mantener la calma, pero no lo lograba.

—Entonces será mejor que digas lo que tengas que decir.

—Muy bien. Esto no va a funcionar, Yulia.

Yulia tragó saliva.

—¿Qué es lo que no va a funcionar?

—Tú. Yo. Nosotras.

Los ojos de Yulia se llenaron de lágrimas.

—¿Por qué no? —preguntó ella.

Lena se incorporó abruptamente, y luego se sentó en el borde de la cama. Tenía un gesto grave. Se puso el albornoz y se puso de pie.

—Me temo que entre nosotras han pasado muchas cosas. Te amé durante mucho tiempo, Yulia. Y creí que aún te amaba. Pero ahora me doy cuenta de que estaba equivocada. Era una resaca del pasado. Te había deseado durante tanto tiempo y... Bueno, ahora ya te he conseguido... Y aunque ha sido una satisfacción, en cierto modo no ha sido tan fantástico como lo había imaginado. Para serte sincera, Yulia, mi pasión por ti se ha apagado. No queda ni un rescoldo. No hay... química. Lo siento. No tiene sentido que finja otra cosa. Creo que en estas circunstancias, deberías buscar otro sitio donde vivir.

Yulia no podía creer lo que estaba escuchando. Se puso pálida. Sintió náuseas.

—Pero... Pero tú has dicho que me amabas. Me dijiste que me amarías siempre.

Lena se encogió de hombros.

—Lo siento, me equivoqué.

Yulia pensó en el beso tan apasionado que le había dado el día anterior por la mañana, aquella parodia de pasión, que en verdad había resultado ser realmente un beso de despedida.