Chopin contemplaba como el sol alcanzaba su cenit, comenzó a andar de una punta a la otra de la habitación, estaba algo aburrido, le dirigió una mirada a Vivaldi, seguía igual, pero algo le llamó la atención en él. Se acercó al sacerdote contemplando con curiosidad una especie de brillo azulado bajo su túnica, acercó la mano con cautela, pretendiendo descubrir que era eso, antes de poder hacer nada el sacerdote le agarró el brazo deteniéndole.
-Tus ojos no deben ver eso... - dijo con cansancio
-Perdón, no era mi intención...
-Tranquilo... entiendo tu curiosidad
Al sacerdote le costaba mantener los ojos abiertos, se llevó la mano a la herida, le dolía, Chopin lo contemplaba.
-¿Cómo te encuentras? – le preguntó el muchacho mientras se sentaba a su lado
Vivaldi volvió a clavar la mirada en Chopin.
-No muy bien... -dijo con sinceridad – hacía tiempo que nadie se preocupaba por mí, en realidad hace mucho tiempo que no hablo con nadie, que no veo a nadie, he estado... solo...
-¿No eres de aquí verdad?
-No... yo soy de Vanachia, Rigstalia. Es una ciudad profanada por los mares, pero muy bella... en muchas ocasiones tienes que navegar en canoa por los infinitos canales para ir de un lugar a otro. Yo era feliz en aquel lugar lejano, hasta que... me desterraron...
-¿Te desterraron?
-Olvídalo, no me apetece hablar de ello, debemos hacer algo mucho más importante – dijo mientras se levantaba con visible esfuerzo
-¿A dónde vas? No debes moverte – dijo Chopin sorprendido por los actos de Vivaldi
-Debemos volver al fuerte, hay que coger una cosa antes de que caiga en malas manos
-¿Qué es esa cosa?
-No te lo puedo decir hasta que no lo tenga en mi posesión, venga, vámonos
El sacerdote comenzó a andar con dificultad hacia la puerta, Chopin desistió y decidió seguirle, insistiendo nuevamente no conseguiría nada. Salieron de la habitación, no consiguieron ni llegar a la salida de la taberna cuando Vivaldi tuvo que detenerse.
-¿Te ayudo? – le preguntó Chopin al verlo jadeando, aguantándose a duras penas en el respaldo de una silla
El sacerdote asintió y aceptó apoyarse en los hombros de su acompañante, siguieron caminando sin ir muy deprisa hasta que 10 minutos después llegaron hasta donde estaba atado el caballo de Chopin, el muchacho se montó y ayudó a Vivaldi a hacer lo mismo.
Comenzaron a cabalgar, algo alarmó a Chopin, todo estaba nevado.
-¿Vald, que has hecho?
Vivaldi estaba adormilado con la cabeza apoyada en la espalda de Chopin, no percibió la pregunta.
-¿Vald?
-¿Qué quieres...?
-¿Qué has hecho? ¿Por qué hay nieve?
-¿Qué tiene de extraño que haya nieve?
-¡Estamos en Primavera!
-Frédéric, cuando convives en un bosque con las cuatro estaciones no tienes ni la menor idea de en qué estación están los de la ciudad de al lado, y... yo no he hecho nada...
-¿Y entonces quien ha sido?
-No lo sé... y el hecho de no haber sido yo me aterra, y a ti también debería aterrarte...
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La décima sinfonía (ACTUALIZADA RECIENTEMENTE)
Adventure¿Qué pasaría si los más grandes compositores de todos los tiempos se viesen sumidos en un conflicto capaz de silenciar toda la música, permitiendo gobernar a una sola melodía? Y como las profecías presagiaron, dos clanes se verán obligados a luchar...