No me atrevo a preguntarte cuántas veces has sentido la necesidad de llorar sin poder hacerlo; cuántas veces has querido gritar y no poder hacerlo; cuántas veces has querido decir "no" y algo no te deja.
— Valeria, despierta.
Trataba de despertar a Valeria, para ser sincero no sabía si me iba a responder, si Valeria estaba viva. El rabioso que se encontraba arriba de su torso no me dejaba ver el movimiento de su pecho y no respondía a mi llamado.
— Mierda, lo siento Valeria, haré que tu muerte no sea en vano, conseguiré el maletín, lo prometo.
Escuché al viento, me susurraba, me daba su pesar. La tristeza dominó el pecho, hizo arder el corazón, me quitó el aliento y me hizo llorar. No sabía cómo soltar su mano, mi cuerpo no tenía las fuerzas como para dejarla ir.
— Estaré aquí, esperando a que empiece a llover. Te veré partir y cantaré al camino de tu despedida. Fue un gusto Valeria.
Sí, Valeria murió. De la forma más cruel, murió gritando, murió aterrada. Ningún ser lo merece, nadie merece una muerte así. El mundo de ahora es cruel.
Cubrí a Valeria con un par de sábanas blancas y le di mi despedida.
La mansión se volvió silenciosa, tanto que dejó de dar miedo. Tenía que moverme y seguir con el objetivo, Valeria lo hubiera querido.
Caminé por todos lados, recorrí lugares como el baño, la cocina, la sala de estar, las habitaciones y la biblioteca. No encontré ningún maletín. Estaba apunto de irme hasta que un Rabioso me sorprende al final del pasillo.
Cargué la escopeta, traté de hacer todo el ruido posible para atraer al rabioso y acabar con el maldito. Me acerqué poco a poco a él, el rabioso no escuchaba en absoluto el ruido intencional de mi escopeta. Estando a apenas cinco metros de distancia pude notar entre la oscuridad que el rabioso se encontraba atado a un tubo de cañería que salía de una de las habitaciones.
Quedé totalmente sorprendido, el rabioso no hacía más que gruñir, tomé mi distancia y observé con determinación dónde estaba atado, entré a la habitación, prendí la luz y vi a un hombre.
— ¿Quién eres?
Pregunté al hombre que me daba la espalda mientras alzaba la escopeta apuntando en su pecho.
— Soy Erick ¿Tú quién eres?
— ¿Qué tienes ahí?
Pude notar que el hombre ocultaba algo, y sin esforzarse voltea mostrando el maletín. Un maletín con luces neón azules en los bordes y en medio el símbolo de Syringe Corporation.
— ¿Syringe? Creí que estaba extinto desde la Gran Explosión.
— Estás equivocado, mientras haya negocios qué hacer, Syringe vivirá.
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WaterSeed: Bienvenido a Casa
Science FictionTomas tuvo que cambiar su forma de vivir. Él sabía lo arriesgado que sería, lo tanto que sacrificaría y el cambio negativo que se plasmaría en su vida; Tomas sabía lo que perdería pero él sabía lo que quería: Recuperar su antigua vida.